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©Gaudencio Rodríguez Juárez*
Jueves 11 de noviembre de 2021
La necesidad de los adultos de expresar su agresividad debe encontrar otros cauces, otros recipientes que no sean los cuerpos de las niñas y de los niños.
– Gaudencio Rodríguez, Cero golpes
La escritura del libro de mi autoría “Cero golpes. 100 Ideas para la erradicación del maltrato infantil” (2014; 2017) llegó como resultado de más de una década de trabajo con padres/madres y personal docente en la re-educación de sus prácticas de crianza y la respectiva investigación documental en el tema.
Ahora se ha convertido en un instrumento para amplificar la invitación al cese de prácticas de crianza caracterizadas por el autoritarismo, la rudeza, la humillación.
Seis razones por las que hago énfasis en la erradicación del castigo físico en la crianza, a través del presente texto: 1) la vigencia y amplia extensión de su práctica, 2) lo naturalizada que está su práctica, 3) su inutilidad y perjuicio, 4) sus efectos concretos y visibles permiten comprender cualquier otro tipo de castigo, 5) perpetúa la violencia en cualquiera de sus modalidades y entornos y 6) prohibirla por ley es una recomendación del Comité de los Derechos del Niño de la ONU hecha en el 2006 que recientemente fue cumplida por el estado mexicano (enero de 2021)
Ya antes, después de diversas presentaciones, en abril de 2015, la legisladora Yulma Rocha Aguilar presentó una iniciativa de reforma de ley cuya finalidad era proteger el interés superior del niño y erradicar los castigos corporales o cualquier otra forma de castigos crueles, degradantes o humillantes como forma de corrección o disciplina. Desde entonces el Código Civil para el Estado de Guanajuato, en su artículo 477 prohíbe dichas prácticas de crianza.
A pesar de que los aportes científicos del último siglo han dejado ver la inutilidad que los castigos físicos tiene como medida educativa y el perjuicio que generan, siguen gozando de arraigo en nuestra sociedad, incluso su práctica es defendida por profesionales del ramo de la educación y de la salud mental. Lo cual obedece, precisamente, a las secuelas de dicha práctica.
El colega chileno Álvaro Pallamares, experto en crianza con apego, afirma con precisión que la naturalización del maltrato es una secuela del maltrato. Parafraseándolo, la naturalización y defensa férrea del castigo corporal es una secuela del castigo corporal recibido en la infancia.
Las investigaciones en el tema concluyen que el castigo corporal siembra la semilla de la violencia que hoy nos aqueja, toda vez que el potencial para la destrucción humana queda sembrado cuando agredimos los cuerpos infantiles. De esta afirmación existen amplias evidencias en “Cero golpes”. Recomiendo su lectura a todas aquellas personas que buscan información para la defensa de la dignidad de niñas y niñas en una época donde la naturalización de la violencia contra niñas y niños es abrumadora (se puede adquirir solicitándolo al mail: [email protected]).
Aunque la prohibición del castigo corporal y humillante no es garantía de cese, sí envía un mensaje contundente de oposición a dicha práctica, así como la reivindicación de los derechos humanos de los niños y niñas en un mundo afectado por la presencia de niveles inusitados de violencia.
Las leyes no son artefactos mágicos para cambiar la realidad, dice el experto Paulo Sérgio Pinheiro, pero difícilmente la realidad cambia sin el amparo de leyes.
“Además –dice él mismo–, los niños están hartos de ser considerados el futuro. Ellos quieren vivir en un mundo sin violencia en el presente”.
Contribuyamos a garantizar ese deseo, ese derecho hoy hecho ley en México.
Aunado a esto, urge intensificar la oferta de espacios, acciones y programas para la promoción y fortalecimiento de competencias parentales. Pues no olvidemos que los padres, madres y personas cuidadoras educan lo mejor que pueden con lo que tienen, y lo que tienen es la experiencia de haber sido educados con estilos parentales caracterizados por el autoritarismo, donde la obediencia ciega y el “buen comportamiento” del niño era el mandato social. Lo cual trajo como consecuencia, en el mejor de los casos, adultos funcionales, pero con agujeros afectivos y deficiencias significativas en cuanto a habilidades socioemocionales se refiere.
* Psicólogo / [email protected]
Foto principal: Imagen de la portada del libro Cero Golpes.
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