SOMOSMASS99
ÚLTIMO PISO
Gwenn-Aëlle Folange Téry*
Lunes 3 de octubre de 2022
Traía la impresión, algo así como un feeling, de traer algo en la espalda, una roncha, un piquete de mosco, un algo pues.
Le preguntó a su hermana, a su mami. Coincidieron las dos en que era un punto negro, un simple punto negro.
No importaba mucho. Propusieron quitárselo, la mamá con un poco de asco, pero él se negó. Total, ¿quién le iba a estar viendo un punto negro en la espalda?
Poco tiempo después se acordó, se le enganchó con la playera, al quitársela. Su mami de plano se negó a mirar siquiera, le recordó que mucha gente se lo podía quitar, la hermana, la novia, hasta el papá, ¿por qué no?
Un año después, el mismo punto negro seguía viviendo en su espalda. Había crecido claro.
Su mamá entonces decidió hacer algo. Porque una cosa era asquearse de todo y otra era no cuidar al nene.
Sacó, como en las series de dermatólogos a las cuales era adicta, su desinfectante y hasta un anestésico en aerosol. Y empezó a pellizcar.
Presionó. Jaló. Ella nunca había usado las uñas largas pero, para acabarla de amolar, ese mismo día se las había cortado al ras.
Por fin empezó la masa a moverse. Brotó, saltó el punto negro, negrísimo, seguido por una masa blanquecina, amarillenta, firme que parecía no tener fin. Ella siguió jalando, sintiendo la resistencia de lo que ya parecía un animal, una babosa de jardín, una lombriz que empezó a enrojecer, pletórica de sangre.
Ella, como la buena madre que había decidido ser, no se detuvo, siguió jalando. La masa se volvió filamento, torzal, ente con vida. Intentó entonces empujarla hacía atrás, volverla a poner en su lugar y consultar a un doctor, un especialista en cosas innombrables, de ésas que crecen por la espalda de la gente inocente.
Pero lo que había crecido en la espalda tenía voluntad propia, siguió estirándose, trajo consigo un amasijo de pieles negras, muertas hacía ya un tiempo.
Ella dio un paso atrás y contempló como se vaciaba su hijo, manaban de su espalda sangre, pus, humores oscuros, incluso el trozo de la pared del intestino acompañado por las consabidas heces malodorantes y podridas.
El desastre no podía ya no ser un desastre, estaba en su naturaleza desde el principio de los tiempos, desde antes de la niñez, del embarazo, de todo.
Y ella, buena madre como siempre, contempló a su hijo morir, lentamente, sin quejarse, ni él, ni ella.
Morir por desidia materna -y filial- primero y por insistencia con-sanguínea después.
Sólo era un punto negro pensó, sólo un punto negro.
* Gwenn-Aëlle Folange Téry es pintora y escritora.
Foto de portada: Gwenn-Aëlle Folange Téry.
2 Comentarios
Ay. Qué terrible! Me sobrecogió!
Solo un ⚫️!!!
Ése era… el punto.