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CHISPITAS DE LENGUAJE
Enrique R. Soriano Valencia
Jueves 26 de septiembre de 2024
Por enésima ocasión, aparece en redes sociales el tema de la palabra presidenta. Esta vez los involucrados fueron Kenia López Rabadán y Gerardo Fernández Noroña, políticos de tendencias opuestas. El riesgo de opinar al respecto es que cuando el analista no coincide con las simpatías del lector –independiente si es correcto o no– de inmediato se descalifica y se etiqueta al opinante como opositor. A costa de ese riesgo, retomo el tema para puntualizar algunos aspectos no abordados en ocasiones anteriores que expuse este vocablo.
Ya no queda en tela de juicio la existencia de presidenta como sustantivo femenino. Al menos es lo que queda claro en el desencuentro de una y otro. En efecto, está documentada la aparición de la voz presidenta desde hace más de 200 años en nuestro idioma. En ese entonces no existía otra Academia de la lengua en nuestro idioma más que la Española. De igual forma, su propósito sobre el idioma lo definía su divisa: Limpia, fija y da esplendor. De ahí que era sumamente complicado que un vocablo fuera incorporado al entonces llamado Diccionario de Autoridades si no se encontraba plenamente arraigado y documentado en el habla general.
El cuestionamiento en la actualidad sobre la validez de la palabra presidenta surgió con la popularización de videos en Internet. Primero su distribución se hizo mediante correos, después a través de vínculos a páginas y finalmente, mediante las redes sociales. Uno de ellos sostenía que la terminación -ente es una modalidad del participio activo. Esta figura gramatical es inexistente en español (solo hay participio pasivo y se llama simplemente participio). Otro más lo vincula al verbo ser (ente, como entidad); de igual forma, inaplicable. Ya en otra colaboración comenté que se trata de la herencia del participio presente del latín, que al español esa figura se incorporó como adverbios, adjetivos y sustantivos.
Ahora, el sustantivo presidenta es totalmente correcto. Sin embargo, como adjetivo es invariable la terminación –ente. Es decir, cuando Fernández Noroña se refiere a «la compañera presidente» es totalmente correcto. En este caso, la palabra presidente adjetiva al sustantivo compañera. Por ello, la observación de López Rabadán al uso indebido es impreciso.
Sin embargo, la defensa de Fernández Noroña es inadecuada. Sostener que la vocal e es neutra, parte del supuesto que la terminación a es femenina y o es masculina. En ninguna parte de la gramática o la ortografía se postula eso. Este es un argumento que, sin sustento evolutivo o histórico, sostiene un sector feminista (no todos validan esa apreciación). Pero que un grupo lo mantenga como bandera, no lo hace lingüísticamente preciso.
Ejemplos en este sentido sobran: periodista, deportista, jurista, electricista son sustantivos aplicables a varones. Sustantivos femeninos sin terminación en o, tenemos la disco y la foto (que son acortamientos de discoteca y fotografía). De ahí que no tenga soporte suponer que la e es neutra o aplicable a ambos géneros (¿por qué no la i o la u?).
Como critiqué a ambas representantes, ahora seré tachado de fifí y chairo al mismo tiempo. Sea, pues.
Fotos de portada: Twitter Kenia López Rabadán y Gerardo Fernández Noroña.
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