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Pablo Meriguet / Peolples Dispatch
Jueves 26 de septiembre de 2024
El mandatario ecuatoriano propuso reformar la Constitución para permitir la instalación de bases militares extranjeras en el país, pero los analistas dicen que detrás de la medida hay intenciones tácitas.
La semana pasada, el presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, sorprendió a los ecuatorianos al anunciar que tiene la intención de reformar la Constitución para permitir la instalación de bases militares extranjeras. Según la Carta Magna, ampliamente aprobada en una consulta popular en 2008, el artículo 5 estipula que «Ecuador es un territorio de paz. No se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras o instalaciones extranjeras con fines militares. Está prohibido ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras».
En 1999 se estableció una base militar estadounidense en territorio ecuatoriano, conocida popularmente como la Base Manta, donde cientos de militares extranjeros realizaban actividades de control territorial, inteligencia y otras actividades en suelo, mar y aire ecuatorianos.
En ese momento, el entonces presidente de Ecuador, Rafael Correa (2007-2017), dijo, en tono sarcástico, que la única forma de que aceptara renovar el acuerdo que autorizaba la presencia de tropas extranjeras estadounidenses en Manta sería si Estados Unidos permitía una base militar ecuatoriana en Miami. Hubo un silencio claro y previsible por parte de las autoridades estadounidenses. Lo cierto es que el gobierno de Correa fue uno de los principales impulsores del artículo 5 de la Constitución durante sus diez años en el Ejecutivo. Este artículo, que no estaba presente en la anterior Carta Magna, vino a poner fin a cualquier posibilidad de futuras instalaciones militares extranjeras en el país… Por ahora.
Bases militares extranjeras: la estrategia de seguridad de los gobiernos neoliberales
Lo cierto es que la Base Manta no fue la primera base militar que se estableció en el país. Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos construyó dos bases militares en Ecuador (una de ellas en las Islas Galápagos) listas para el combate contra sus enemigos. Así, las Islas Galápagos y las costas continentales de Ecuador han sido puntos geoestratégicos en la planificación militar estadounidense durante más de medio siglo.
Sin embargo, la posibilidad de instalar una nueva base militar en Ecuador no se había contemplado seriamente hasta la aparición de los primeros gobiernos neoliberales. Esto se debe a que el neoliberalismo en Ecuador, ideológicamente hablando, promueve un fortalecimiento de las fuerzas armadas mientras debilita al Estado en otras materias como la inversión social y la mejora del funcionamiento institucional. Sin embargo, el fortalecimiento de las fuerzas armadas es pensado por el neoliberalismo latinoamericano como una función que solo puede darse bajo la tutela y dirección de los militares estadounidenses, que, supuestamente, no adolecen de ciertas debilidades como la corrupción y la mala gestión administrativa. Esto revela que el neoliberalismo latinoamericano, a pesar de sus discursos nacionalistas, tiende a desconfiar de las fuerzas armadas de sus países en favor de otros ejércitos (siendo esta una de las señales claras de su escasa o nula actitud soberanista).
Como ya se mencionó, desde 1999, los gobiernos neoliberales de Ecuador cedieron parte de la soberanía territorial del país para establecer una base militar estadounidense en la ciudad de Manta, en la provincia de Manabí. Supuestamente, la base militar ayudaría en ciertas tareas de control de seguridad nacional, aunque también se decía que su objetivo era tener un puesto de control para combatir a las guerrillas colombianas. Sin embargo, también se denunciaron abusos por parte del ejército estadounidense contra la población local, como la destrucción de pequeñas embarcaciones de pescadores e incluso abusos sexuales, algo que se ha denunciado en zonas aledañas a las bases estadounidenses en todo el mundo, como Colombia, Corea del Sur, Filipinas, entre otras.
Durante varios años, el personal militar estadounidense disfrutó de una especie de inmunidad diplomática y, por lo tanto, nunca tuvo que rendir cuentas a las autoridades judiciales ecuatorianas. Según Ximena Gudiño, activista de la Coalición No Bases, «para las organizaciones sociales y las poblaciones afectadas, los impactos de la base de Manta han sido enormes porque han significado el hundimiento de barcos, la detención de pescadores, la violación y el abuso a las mujeres, y no ha significado todo el progreso económico que se esperaba».
Bajo la supuesta excusa de un mejor control de la inseguridad y los grupos subversivos, Estados Unidos ha establecido bases militares extranjeras en toda la región para tener mejores posiciones militares, de control y de inteligencia. Actualmente cuenta con varias bases (públicamente conocidas) en América Latina: 12 en Panamá, 12 en Puerto Rico, 9 en Colombia, 8 en Perú, 3 en Honduras, 2 en Paraguay, 1 en Cuba (Guantánamo, sin la aprobación de las autoridades cubanas), y tiene otras instalaciones militares en varios países como Aruba, Costa Rica y El Salvador.
En Ecuador, el anterior gobierno de Guillermo Lasso firmó un acuerdo con el Ejército de Estados Unidos para recibir apoyo por más de 3.000 millones de dólares que incluía la modernización de instrumentos militares y un enorme programa de ciberseguridad e inteligencia controlado por el ejército estadounidense en Ecuador, entre otras cosas. Antes de Lasso, el gobierno de Lenín Moreno firmó un acuerdo de cooperación militar con Estados Unidos por más de 140 millones de dólares.
Nuevas y viejas voces a favor de una nueva misión militar extranjera
En los últimos años, los sectores más reaccionarios del país han ido construyendo una opinión «consensuada» de que la salida de las tropas norteamericanas a Manta empeoró la inseguridad en el país a largo plazo, mientras que algunos acusan que se hizo para beneficiar intencionalmente a los grupos narcotraficantes.
El actual presidente de Ecuador, Daniel Noboa, se ha convertido en la voz más reciente y resonante detrás de esta perspectiva y ha pedido públicamente una reforma fundamental de la constitución. En un mensaje publicado en sus redes sociales, Daniel Noboa dijo: «Presentaremos ante la Asamblea Nacional un proyecto de reforma parcial a la Constitución que modifica sustancialmente el artículo 5 de la Constitución que prohíbe el establecimiento de bases e instalaciones militares extranjeras con fines militares. En un conflicto transnacional, necesitamos respuestas nacionales e internacionales. Estamos levantando el país… que convirtieron en la cuna del narcotráfico, que entregaron a las mafias con una falsa noción de soberanía. El tiempo nos ha demostrado que las viejas decisiones solo debilitaron a nuestro país».
De acuerdo con esta retórica, cualquier medida servirá para enfrentar a los grupos criminales del país, que ahora han acumulado un poder nunca antes visto en Ecuador. No es la primera vez que Noboa utiliza el grave problema de la delincuencia para impulsar su proyecto de seguridad. En el último referéndum se aprobaron todas las preguntas propuestas por el Ejecutivo que tenían que ver con reformas legales para mejorar la capacidad del Estado para enfrentar a los grupos criminales. Sin embargo, los resultados de tales «esfuerzos» aún no son palpables, por lo que algunos analistas creen que la reforma al artículo 5 de la Constitución tiene otros objetivos ocultos.
¿Una nueva base militar contra China u otra estrategia electoral?
Muchas voces se han alzado en contra de la decisión de Noboa. Algunos dicen que la decisión, supuestamente tomada para combatir el narcotráfico, en realidad esconde una sumisión total del gobierno de Noboa a los intereses geopolíticos de Estados Unidos.
El correísta Andrés Arauz, ex candidato presidencial, escribió en X «La base que quiere Estados Unidos no está en Manta, está en San Cristóbal, Galápagos. Ya están allí, pero ahora necesitan desplegar todo tipo de armas de guerra: aviones, barcos y submarinos nucleares. Pero no es para combatir el narcotráfico ni para ayudarnos a combatir el crimen organizado. Todos sabemos que si Estados Unidos quisiera combatir el narcotráfico lo haría reduciendo el consumo, resolviendo la complicidad interna con los narcotraficantes, regulando a los fabricantes de armas y enfrentando la corrupción en los puertos y aduanas estadounidenses (¿o por dónde creen que entran las drogas?). Necesitan esa base para la Tercera Guerra Mundial contra China, como parte de su estrategia para controlar el Pacífico. Estados Unidos ya tenía su base militar en Baltra, Galápagos, durante la Segunda Guerra Mundial, precisamente por las mismas razones».
Sin embargo, esta opinión, que fue muy bien recibida por varios sectores políticos, parece haber sido (supuestamente) desmentida por la almirante de la Guardia Costera de Estados Unidos, Linda Fagan, quien dijo en una visita oficial a Ecuador que, por ahora, su país no tiene la intención de solicitar permiso a Ecuador para establecer una nueva base militar en el país.
Así, el ex subsecretario de Estado de Ecuador, Fernando Yépez, afirma que «la iniciativa [de Noboa] sobre las bases militares extranjeras busca polarizar el debate político-electoral entre los buenos, que la apoyan, y los malos, que se oponen [a la reforma] por [ser] ‘narcos’. Falsos e infames discursos que pretenden no mirar el desastroso desgobierno de la pobreza, la inseguridad, los apagones y las mentiras».
Lo cierto es que en el pasado ya le fue beneficioso a Noboa mostrarse como la antítesis del correísmo en momentos en que su popularidad estaba cayendo (como está ocurriendo actualmente, entre otras cosas, debido a la grave crisis eléctrica en el país, que está provocando cortes de hasta 12 horas en varias regiones del país).
Por ahora, está por verse si el anuncio de Noboa busca establecer un puesto militar para Estados Unidos o fomentar una polarización política que lo beneficie en las próximas elecciones… o ambas cosas.
Imagen de portada: El presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, busca traer de vuelta a Ecuador bases militares extranjeras. Foto: Daniel Noboa.
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