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ÚLTIMO PISO
Gwenn-Aëlle Folange Téry*
Lunes 23 de julio de 2018
Fin de semana fuera.
Estado de México.
Temascalcingo.
Lectura y exposición.
Tema: “Paisajes de pluma y pincel”
Llevo mar. En óleo y en tinta de impresora.
Los demás llevaron montañas, llanos y cielos.
Nadie llevó paisaje urbano.
Me impactó el hecho.
De hecho, te invito a hacer una prueba: piensa paisaje y mira lo que te viene a la mente.
¿Edificios, calles llenas de coches y peseros? ¿O cielo despejado, árboles, agua?
Vivo en una ciudad que considero demente.
Sí, es bella. Sí, la gente es a veces humana, y amable, y generosa.
Pero me cae que es una especie de escenario cotidiano y frenético para la violencia.
Violencia al cuerpo: traslados de hasta 3 horas para llegar a trabajar. Transporte público complicado, empujones, apretones, magullamientos de nalga si eres mujer.
Violencia a la mente: Ruido, ruido, ruido. Claxon, gritos, aviones, helicópteros. Ambulancias, patrullas, gritos.
Más violencia al cuerpo: banquetas inexistentes transformadas en trampas malignas, desniveles, huecos, raíces de árboles luchando por vivir, fugas de agua, basura, basura por todos lados. Olores que son hedores, la grasa de las cocinas, lo emanado de las cañerías, de los ríos encerrados. Agáchate a oler una flor de banqueta. Ves… No hay aroma, está como muerta. Mira los árboles del periférico, grises, grises.
Violencia a la emoción: No se ve ya lo hermoso de ciertos edificios, la sutileza de ciertas volutas en las casas antiguas, los colores de algún mercado. Todo es anuncio. Grandes, chicos, espectaculares y enajenantes.
Más violencia a mí, a ti: miedo al caminar, mujeres aferradas a su bolso, hombres de mirada inquisitiva, chavitos agarrados fuertemente de la mano. Caminatas presurosas, todos corren. Miedo al salir de casa, al llegar a casa.
Violencia auditiva, emocional, visual, física, olfativa, intelectual: polvo. El polvo, que no es de tierra labrada, es de llanta raspando asfaltos, es de papel triturado por nuestros pasos, es polvo negro y grasoso que lo cubre todo, edificios, casas, pies, cara, pelo… mente.
Sé que vivo en una ciudad otrora majestuosa. El centro, ciertas avenidas, palacios y museos lo siguen siendo. Pero mi cotidiano se reduce a paredes, coches peligrosos en su huir sistemático de los topes y ruido ensordecedor. Frente a mi casa se han construido edificios interminables, centros comerciales, estarbocs y cafés de bóvedas celestes que sólo provocan más tráfico, más ruido, más violencia.
Ese paisaje urbano no es paisaje para mí, es ruina de algún sueño, de alguna idea que se tuvo un día. Las águilas no moran por acá más que de vez en cuando, y los nopales luchan con los magueyes ya nada más en Iztapalapa, rincón olvidado de CdMx.
CdMx: ni su nombre reconozco ya.
Antes decía yo vivir en la ciudad de México, en oposición al DF. Me parecía justa la frase. Ahora… soy zona conurbada, alejada de la mano de quien rige. Sufrimos, te lo juro, sufrimos lo que se sufre allá, sin nada de lo que se disfruta. No llegamos ni a contenedores de basura públicos, sin hablar de las bicis ésas, o de los pasajes peatonales arriba y abajo.
Aunque sí me gusta, estéticamente, decir Ciudad de México, a secas, sin el artículo que antes la precedía. CdMx, suena majestuoso.
Si la ves por encimita.
Estamos aquí porque aquí estamos, no me cuestiones. O pregúntale a Cristina Pacheco, igual tiene una respuesta que te satisfaga.
No me puedo ir, si quiero seguir comiendo, usando zapatos que combinen con mi falda y ver a mi familia cada semana. No me puedo ir, por cobarde, o floja, o quejicas que se quedaría sin tema.
Este fin de semana, me entró, igual que siempre que salgo del infierno, una nostalgia terrible por lo que se ha perdido: alcanzar a ver un cerro aunque esté lejos. Abrir la ventana y respirar a todo pulmón. Saludar al árbol de la vereda, comprar tortillas hechas a mano y salir de noche a la calle, sin voltear a todos lados.
Y eso que en Temas, no hay mar.
* Gwenn-Aëlle Folange Téry es pintora y escritora.
Foto de portada: Gwenn-Aëlle Folange Téry.
2 Comentarios
No había tenido la oportunidad de leer tu texto Gwenn pero es hermoso, sobrecogedor, a la altura de esa nostalgia de lo que no podemos tener más y que añoramos. Como dice la canción, la nostalgia es una eterna enfermedad. Saludos
Gracias Jack.