SOMOSMASS99
ÚLTIMO PISO
Gwenn-Aëlle Folange Téry*
Lunes 9 de mayo de 2022
Soy una suertuda: ¡nuestra casa tiene jardín!
Es algo así como una tripa, pero es una buena tripa, alcanza para una higuera que crece a lo alto y más allá, un hibisco amarillo cargado de flores todo el año y que también busca alcanzar al sol, una buganvilia morada, un escobillón rojo cuyas ramas florecen dentro de mi recámara cuando abro la ventana, un aguacate de metro y medio que hice crecer de casi cero,-tenía un hueso de aguacate, claro-, geranios rosas, rojos, blancos, rosales, varios cactus, una mesitita de vidrio, unas lajas gruesas de pizarra y…
Y macetas vacías y rincones llenos de hojas secas y pedazos de verduras.
Pasa que tenemos hormigas que se comen las plantas. Una vez se secó de la noche a la mañana un enorme romero que teníamos en una maceta y al desenterrarlo, vimos que estaba lleno de huevitos que lo asfixiaron. Luego cuando siembro algo desde la semilla, tomillo, perejil, jitomate, pues nomás aparecen los tallitos tiernos y las hormigas se los desayunan. Entonces para distraerlas, les doy de comer verduritas crudas. Les pongo la colita de las zanahorias, o la piel de los betabeles, una cebolla que quién sabe por qué se congeló, las hojas de afuera de la lechuga, etc. Y sí, funciona, las hormigas se entretienen con eso y dejan en paz a las plantas. Además me encanta arrojar lo más lejos posible el centro de una pera o un limón podrido, me siento jugadora de las grandes ligas, fuerte y de tiro certero, éste va cerca del hibisco, ¡eso! aquél tiene que llegar justo dentro de la maceta del rosal, ¡oh no, fallé, va otra vez!
Respiro un aire más ligero cuando agarro mi jardín a jitomatazos.
Pasa también que lo de cuidar plantas no se me da, tienen más posibilidades de vivir si no las miro. Las plantas que te mencioné antes son las que han durado años y se han batido a diario por seguir creciendo. Son también, aparte del aguacate, las que sembró el mareado. Y mira que la teoría sí la tengo, que el hoyo en la tierra, que el taponcito en la maceta, que si se presiona así o asá alrededor del tallo, que si se riega ésta cada día y aquella cada mes, que si, que si, que si… Sé que los rosales no se cortan dónde sea, se cuentan tres ramitas de hojas por debajo de la rosa marchita y se corta con tijeras, rápido, sin dolor. Sé que para que florezca la buganvilia no hay que ahogarla en agua, aunque se vea sedienta. Sé que la hiedra nomás se deja crecer, sin pensar en las paredes que destroza. Hablo con nuestras plantas con toda seriedad, no trato de darles el avión, les hablo de los múltiples verdes de sus hojas, de la fuerza de sus tallos y ramas, le digo que les estoy poniendo cáscara de huevo que fui juntando y que hice polvito y les digo para qué es y sí, las acaricio al pasar.
Mi mamá es jardinera por dentro, me cae que le ha de crecer un rosal en las tripas, nada más ve una planta y sabe qué es, cómo se cuida y además, le sale bien. Sus jardines siempre han estado llenos de rosales, de flores, de árboles. Hace poco murió uno de sus árboles y, aunque nos lo haya escrito por mensajito de whats, te juro que la oí llorar hasta acá. Mis hermanos heredaron esa facultad, tienen plantas por todos lados, salen a su jardín por perejil y reconocen las plantas como si fueran sus hijos, sólo con olerlas. Yo… no.
Los únicos que se dan conmigo son los geranios.
Para que salgan más flores hay que quitarles todo lo marchito todo el tiempo con la mano, no con instrumentos de metal. La flor seca tiene un tallo largo y se tiene que doblar tantito, para que se separe del tallo principal. Si resiste es que hay que esperar un día más, pero en general, cae solito en la mano. Sé también cortarlos de tajo con un gesto brusco, y enterrarlos usando su mismo tallo para agujerar la tierra, eso les permite y les obliga a construir su espacio. ¡Por eso hay tanto geranio en el jardín!
Y también porque me gusta su olor.
La flor del geranio tiene colores vibrantes pero huele menos que una rosa, que un jazmín. Sin embargo, al cortar los tallos me invade un olor a verde bajo el sol, a fresco en la mano, a vida latiendo y a vida futura.
Y ese olor, ese aprecio al olor de los geranios, me viene de la infancia, de mi mamá cortando las rosas secas y partiendo geranios para poner tallos nuevos a crecer en la tierra húmeda, regalo inefable de ella para mí.
Por esa clase de regalos maternos, este 10 de mayo, gracias.
* Gwenn-Aëlle Folange Téry es pintora y escritora.
Foto de portada: Gwenn-Aëlle Folange Téry.
3 Comentarios
Hermoso
Gracias!
El jardín de verdad, como el jardín del alma, puede conectarnos con la vida y la muerte, porque cualquier cosa que le ocurre a un jardín le ocurre al alma. Porque en él aprendemos a dejar que las ideas, los pensamientos, los deseos, las preferencias, e incluso los amores, vivan e incluso mueran. En el jardín aprendemos a dar energía para fortalecer la vida y aprendemos también a apartarnos del camino de lo que se va, de lo que deja de ser y muere.
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Colección “Quehaceres de mujer”