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Martha del Carmen González Reyes / Cimacnoticias*
Ciudad de México / Viernes 16 de diciembre de 2022
Hace poco he retomado mi actividad como estudiante de un aula y había olvidado, con el paso de los años, la condición de sometimiento que significa ser estudiante, estar a merced de normas, reglas, protocolos y autoridades de poder: perder identidad con base en un uniforme, un código de vestimenta, sustituir tu nombre por un número de matrícula…
La observación del panóptico dentro del aula de las que nos habla Foucault se vuelve perceptible una vez que eres tú el observado. También había olvidado cómo el acoso de un compañero o profesor condiciona tu vestimenta. La blusa escotada, la falda cómoda, los shorts que te quedan divinos, son dejados de lado en tu guardarropa: es mejor optar por pantalones (si son anchos mejor) en bien de evitar en lo máximo posible las miradas que incomodan, el escaneo completo, la barrida de arriba abajo, la sonrisilla lasciva que repugna.
El acoso proviene de ese sujeto, pero eres tú como mujer quien se siente responsable. Se ha normalizado que es en la mujer en quien reside la culpa del acoso: por su forma de vestir, por su forma de actuar, por sonreír, por ser amable, por andar en la calle, por portar ese uniforme tan sexy, por maquillarse, por usar brassier que levanta busto, por no usar brassier, por qué se le notan que es mujer.
Es en nosotras en quien recae la culpa y nosotras mismas hemos ideado mecanismos para minimizar la ofensa, en este caso, para evitar el acoso de un profesor ampliamente documentado como acosador, evitamos usar faldas o shorts durante su clase. Mujeres, todas adultas, aún indefensas frente a una autoridad acosadora.
¿Qué será de las niñas que están obligadas a usar faldas escolares? ¿Qué será de esas adolescentes, todas lindas, que portan sus uniformes de secundaria y preparatoria con todo el fashionismo que las caracteriza? El acoso sexual hacia la mujer en México, según una encuesta realizada por el diario El país en 2020, comienza entre los 6 y 10 años de edad, aclanzando su pico a partir de los 16 años. ¿Qué ropa sexy y provocadora usaban? su pijama o su uniforme escolar.
A una niña de edad escolar no puedes decirle que use pantalón para minimizar el acoso: es regla en la mayoría de las escuelas públicas que deben usar falda como
parte del uniforme. La medida que tomamos como madres, tías, hermanas, es enseñarle que siempre debe usar un short debajo de su falda. Es indignante: desde
niñas, lo primero que se nos enseña son formas de minimizar un acoso que sabemos va a ocurrir en cualquier periodo de nuestras vidas.
Están tan arraigadas en nuestra sociedad estas conductas de acoso, que muchas veces queda en un “así es él, ten cuidado” como el que nos advirtieron a nosotras, nuevas alumnas de clase de posgrado.
Ante tal advertencia nosotras preguntamos, ¿por qué sigue aquí? En dónde quedan el papel institucional, los protocolos de acoso en los que se debe de actuar… No importa si eres un investigador nivel 100, si acosas sexualmente y te escudas detrás del muro de tus papers, sigues siendo un acosador que debe ser sancionado y sujeto a las sanciones que corresponden.
Martha del Carmen Gonzalez Reyes es licenciada en Ciencia Política. El Colegio de la Frontera Norte A.C. Mexico, Tijuana B.C. [email protected]
ORCID 0000-0002-6653-1571
* Cimacnoticias es una agencia multimedia especializada en periodismo con Perspectiva de Género.
Foto de portada: César Martínez López / Cimacnoticias.
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