SOMOSMASS99
Juan Carlos Zesati*
Domingo 8 de marzo de 2015
Ya desde el inicio del Génesis, primer libro de la Biblia, aparecen las aguas como don de Dios. En su lenguaje simbólico, la separación de las aguas es lo que hace posible el surgir de la vida en la Tierra. El Salmo 104 canta bellamente este actuar del Señor en las aguas “al increparlas tú, emprenden la huida, se precipitan al oír tu trueno, y saltan por los montes, descienden por los valles, hasta el lugar que tú les asignaste; un término les pones que no crucen, por que no vuelvan a cubrir la tierra. Haces manar las fuentes en los valles, entre los montes se deslizan; a todas las bestias de los campos abrevan, en ellas su sed apagan los asnos”.
Desde siempre, el ser humano ha percibido en el agua la fuente de la vida, sin ella todo es desierto, hambre y sed. También el agua puede ser fuente de muerte en eventos como las inundaciones o si es insalubre. El agua, vida y muerte, la utilizó el pueblo de la Alianza para purificarse y los cristianos la usamos como signo de vida para el primero de los sacramentos, el Bautismo. El agua está muy presente en los hombres de fe que aparecen en la Biblia. Jesús mismo promete el “agua viva que salte hasta la vida eterna” (Jn 4, 10-14).
A nivel mundial, nacional y local, crece la conciencia de que el agua es cuestión de vida o muerte. Las crisis del agua se van multiplicando en diferentes partes del planeta, con manifestaciones muy variadas: extracción indiscriminada del agua, falta de acceso a agua potable, el surgimiento del agua como negocio multinacional, contaminación de los mantos acuíferos por diferentes causas, etc.
A nivel nacional se está debatiendo una propuesta de ley de aguas. La polémica se ha generado por la rapidez con que se le ha “discutido” y los peligros que podría abrir una privatización en este campo. Un articulista nacional opinaba que “Si cada individuo fuera dueño del agua en sus terrenos se generaría un mercado que garantizaría una mayor disponibilidad a mejores precios”, pero ¿es el agua un bien comercial como cualquier otro?
Incluso se difundió que la nueva ley prevé multas a personas o instituciones que quieran hacer un monitoreo de la calidad del agua sin permiso de la Conagua. Comunidades de la parroquia y organizaciones civiles se han interesado por su salud y por el cuidado del agua de nuestra tierra ¿este compromiso social y ecológico que ha emprendido la gente del pueblo será penalizado?
A nivel local y regional tenemos el problema dramático de la contaminación del acuífero. Los altos niveles de fluoruro y arsénico afectan sobre todo a comunidades rurales marginadas que extraen su agua de consumo de pozos. Sería largo enumerar las terribles consecuencias que ingerir estos elementos tóxicos puede traer a la salud. Muchos de estos afectados están en el municipio de San Luis de la Paz. Ya hay antecedentes de lo que ha provocado esta devastación en otros lugares, por ejemplo en Bangladesh y aquí en México en la región de la Laguna.
¿Cómo nos ilumina nuestra fe ante esta emergencia ambiental, social y de salud? A partir de nuestra fe en Dios creador y conservador de la vida, creemos que hay bienes que son de todos, no todo se puede vender ¿se podría comprar el aire? ¿y si alguien no cuenta con los recursos, se le debería negar el acceso a respirar? Escuchando al Dios de la vida y a Jesús que defiende al indefenso, vemos que el cuidado de este planeta, nuestra casa, es responsabilidad sagrada y de todos. “La tutela del medio ambiente constituye un desafío para la entera humanidad: se trata del deber, común y universal, de respetar un bien colectivo, destinado a todos” (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia n.466). Bien colectivo, significa que por ser tan sagrado y fuente de vida no puede ser propiedad de unos cuantos.
Lo que dijimos antes del ambiente, se aplica del mismo modo al agua, que es en fundamentalmente un bien colectivo. La doctrina social de la Iglesia lo ha señalado de manera muy clara en la Doctrina Social y así lo han propuesto también los obispos latinoamericanos:
“El agua, por su misma naturaleza, no puede ser tratada como una simple mercancía más entre las otras, y su uso debe ser racional y solidario. Su distribución forma parte, tradicionalmente, de las responsabilidades de los entes públicos, porque el agua ha sido considerada siempre como un bien público, una característica que debe mantenerse, aun cuando la gestión fuese confiada al sector privado. El derecho al agua, como todos los derechos del hombre, se basa en la dignidad humana y no en valoraciones de tipo meramente cuantitativo, que consideran el agua sólo como un bien económico. Sin agua, la vida está amenazada. Por tanto, el derecho al agua es un derecho universal e inalienable.” (Documento de Aparecida, n. 485).
El agua no es solamente bien de la creación, parte necesaria para la vida y el planeta. El agua se considera también un derecho humano. Un derecho humano es aquello que se reconoce como necesario y elemental para una vida digna, y que debe ser respetado y tutelado. En los países que sufren más pobreza los más elementales derechos humanos se ven con frecuencia negados (cf. Compendio de Doctrina Social, n. 365). Ahora bien, no es cuestión de fe solamente, sino que en lo social, la fe reconoce lo que es en sí es humano. Por eso, la misma ONU ha reconocido el acceso al agua potable como un derecho humano el 21 de julio de 2010 “el agua potable y segura y el saneamiento básico constituyen un derecho humano esencial”.
Ante este tema tan crucial, nos quedamos quizás con más preguntas que respuestas, pero cuestionarse puede ser el inicio de una visión más crítica y madura:
- 3 mil millones de personas no tienen agua corriente a menos de 1 km de distancia ¿el precio del agua para acceder a agua potable debe ser el mismo que el que se cobra a una industria o a los regadíos?
- Un africano utiliza 10 litros al día, un europeo occidental, 150 y un norteamericano 425 ¿cuánta consumo yo? ¿son los pobres el problema o ellos nos abren puertas a la solución?
- Si el agua se ha ido convirtiendo en precioso bien comerciable ¿quién se está apoderando de estas nuevas minas, nuestros acuíferos?
- Si tenemos tan altos índices de arsénico y fluoruro en nuestra región y la causa es la extracción tan alta de agua del acuífero ¿por qué se sigue sacando tanta agua del subsuelo y se permite que se agote nuestra reserva de agua?
El próximo domingo 22 de marzo, se celebrará el Día Mundial del Agua. Varias organizaciones y también gente de fe, a través de Pastoral Campesina de la Diócesis, te invitamos a profundizar en estos temas en un ambiente familiar. Un paso hacia el compromiso puede ser asistir al Encuentro Campesino por el Día Mundial del Agua en la comunidad de San Cayetano, de 9:00 a 3:00 pm.
* Director del Centro Comunitario de San Cayetano, municipio de San Luis de la Paz. El sacerdote fue colaborador por un breve tiempo del padre Alejandro Solalinde en albergue para migrantes “Hermanos en el camino”, de Ciudad Ixtepec, Oaxaca.
Es activo promotor de los derechos por el agua en el norte y noreste del estado de Guanajuato: “Estamos ante una situación dramática y de emergencia que exige la colaboración y suma de esfuerzos para solucionarlo. Desde hace varios años se ha denunciado con fundamentos sólidos esta realidad y el escenario más bien ha empeorado”.
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