Agustín Galo Samario / SomosMass99
León, Gto. / Domingo 13 de septiembtre de 2015
En México hay 88 millones de personas pobres víctimas de la violencia estructural, excluidos a la vez por el modelo de desarrollo vigente en el país, dijo el investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Luis Daniel Vázquez Valencia, durante la presentación del libro Los Derechos Humanos y la Violencia: Estado, instituciones y sociedad civil, que se llevó a cabo este viernes en la Universidad Iberoaméricana León.
La publicación, de la serie Estudios Académicos, es una edición compartida entre Flacso México y la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, y en ella se aborda el tema de la conceptualización de la violencia. En la contraportada se explica que los conflictos armados son una forma de violencia, pero no la única. “La violencia puede ser visible o invisible, abierta o solapada, directa o estructural. ¿Un contexto de marginación generalizada es una forma de violencia? Por supuesto, aunque sea invisible y estructural”.
Coordinador del libro junto con Karina Ansolabahere y Sandra Serrano, Luis Daniel Vázquez comentó a su vez que a más violencia directa, es decir, a un mayor conflicto armado más son las violaciones a los derechos humanos. “Lo que nosotros decimos es cómo pensar a los derechos humanos (…) porque en realidad los derechos humanos no son solamente una cosa, son un montón de cosas. Pueden ser un discurso, una relación de poder, una relación entre Estados. Incluso si lo pensamos puede ser un discurso conservador y un discurso liberal, que de hecho si pensamos un tema como el del aborto en ambos casos podríamos hacer discursos en derechos humanos (o sea, desde el lado conservador o del lado liberal). Por un lado, podríamos hacer un discurso pro decisión, del derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, y por el otro lado podríamos elaborar un discurso sustentado, conservador por supuesto, en el derecho a la vida”.
La intención de los coordinadores fue concretizar la forma de entender la violencia y los derechos humanos, para ir más allá de las relaciones que normalmente se piensan. Bueno, agrega, “cuando pensamos en la violencia abierta y directa tenemos ahí un conflicto armado con sucesos de represión, violaciones claras y directas que no se pueden invisibilizar, que son inmediatas y muy obvias, que es difícil decir que no existen».
Pero hay otro aspecto, «sale el Coneval cada año con su medición sobre la pobreza y nos cuenta que en México hay 55 millones de personas en pobreza, en una medición que hace por ingresos pero también por derechos. Entonces cuando dice que tenemos 55 millones de personas en pobreza lo que está diciendo es que tenemos 55 millones a las que se les viola su derecho a la alimentación, a la salud, a la vivienda, a la educación, que son los cuatro derechos que miden. Pero no solamente hay esos 55 millones, sino que hay otro grupo de 33 millones que si bien quedan por arriba de la línea de pobreza, también tienen carencias, normalmente con violación a dos o tres de sus derechos, o a la educación, a la salud o a la vivienda o a la seguridad social. Entonces si sumamos a los que están en situación de pobreza con los que tienen vulnerabilidad, en realidad tenemos en México a 88 millones de personas a las que al menos se les viola un derecho económico social. Esto generalmente no es pensado como violencia, pero lo es, y en este sentido son personas que por supuesto son violentadas. Ahí tenemos otro tipo de violencia, no la abierta y directa, sino la abiertamente encubierta».
Más todavía, ante los niveles de desigualdad que hay en el país y para que a esas personas les sean respetados y garantizados sus derechos, «vemos que no solamente tenemos violencia encubierta sino una violencia abiertamente estructural. La exclusión de estas personas son parte del modo de desarrollo que tenemos en México, en particular como parte del modelo económico».
Una nueva violación de derechos
El punto relevante es que hay formas de pensar la violencia y los derechos humanos. Pero, ¿cuál es la relación entre violencia y derechos humanos? «Yo decía que a mayor violencia abierta, más violaciones de derechos, y ahí tenemos problemas de derechos como los de verdad, justicia, reparación del daño. Pero encontramos una violación nueva que normalmente no es observada en el campo de los derechos humanos: a mayor violencia encubierta y estructural también tenemos mayores violaciones en materia de derechos humanos, y ésta no es observada básicamente por dos razones: porque normalmente en los estudios de derechos humanos no suele ser considerada la violencia encubierta y estructural, y no lo es porque el grueso de los estudios suelen ser hechos por investigadores que radican en Estados Unidos. Y en esa medida, como en los Estados Unidos los únicos derechos que son considerados fundamentales son los civiles y políticos, los derechos económicos y sociales no son tenidos como derechos humanos. Por eso queda invisibilizada la violencia encubierta y estructural.
«El punto principal es el estudio que sacó Aministía Internacional (AI) en 2009 ante la crisis de Estados Unidos y Europa: la pobreza no es natural. Cuando en 2008 y 2009 se decía que teníamos un fuerte problema de la economía mundial, lo que empezó a decir AI fue: ‘No, señores, esta no es una crisis de economía, es una crisis de derechos y esencialmente una crisis de derechos humanos’. Este sería uno de los elementos centrales.
«La otra cosa que vemos en el libro es que a mayor violencia abierta o encubierta, también podremos tener más derechos. ¿Cómo es posible? Ante un conflicto armado, una situación esencialmente de marginalidad o una de violencia sistemática como la de Ciudad Juárez, ¿cómo podremos tener más derechos? Ahí estamos hablando de más organización de la sociedad civil o mayor nivel de mecanismos de construcción, y eso efectivamente sucede. Ese fue uno de los hallazgos más importantes, porque se pensaría que cuando hay una situación de más violencia uno se encierra en la casa porque la cosa se puede poner muy fea. Si bien eso sucede, no sucede siempre. En casos como el de Ciudad Juárez, que es el que se analiza en el libro, lo que se genera es un cierre de filas por parte del movimiento de derechos humanos que empezó a crear nuevos mecanismos de organización y cooperación que antes no existían. Entonces, mientras más violencia abierta o encubierta, una mayor organización en defensa de los derechos humanos».
Ayotzinapa
En cuanto a la corrupción e impunidad en el país, aparece Ayotzinapa como el caso particular en que se aprecia la lógica de la tortura. Dice Luis Daniel Vázquez que no tenemos un proceso fuerte de experiencia investigativa. “Antes, normalmente nuestras averiguaciones previas se sustentaban en la confesión y se decía que la confesión era la prueba reina. Ahora ya no es una reina, pero es una cortesana relevante que normalmente se acompaña de pruebas testimoniales que muchas veces vienen acompañadas de tortura. Un buen ejemplo es la forma en que se construyó la investigación del caso Ayotzinapa. A medida que se desarrolla la historia se darán cuenta que van haciendo falta cosas. Si faltaba un espacio de tres horas, pues ahí hay un testigo. Si se decía que se los llevaron a Cocula, pero no hay nadie que diga que efectivamente así sucedió, ah, pues ahí hay otro testigo y te lo traen. Dicen que para que quemen esos cuerpos se necesita madera y llantas, ah, pues otro testiguito. Entonces… Cuando me tocaba dar cursos a policías, un judicial me decía: ‘Mira, esta es la tercera capacitación que me dan en materia de derechos humanos, yo ya sé qué es la integridad emocional, ya sé qué es la tortura, ya sé que está mal que lo haga. Pero, decía, el 50 por ciento de mi salario depende del bono por cuántas personas traigo detenidas’. Y esto sí fue textual lo que me dijo: ‘A mí que me digan de qué color los quieren, por qué delitos, yo sí los traigo’. Entonces tenemos esto que es inherente a nuestro sistema penal, porque no tenemos capacidad de investigación, porque cuando se hace es por corrupción política o corrupción económica. Normalmente no hacemos uso de los dictámenes periciales, porque (…) lamentablemente no estamos viendo que al pasar del sistema penal inquisitorial hacia uno acusatorio no tenemos ni mayores capacidades de investigación ni sentencias más justas, ni hay en consecuencia una mejor administración de la justicia. Entonces, cuando analizamos el sistema penal en su conjunto, la tortura tiene ese componente sistemático y funcional para eso (para obtener pruebas)».
Muy distinto sucede cuando se tortura para la criminalización de la protesta social. Ahí la lógica puede ser otra, «el objetivo sí puede ser el de generar miedo, el de que la gente no salga a las calles. Pero aquí habría que hacer una diferencia analítica entre las causas y las consecuencias. Porque en algunos casos, como el de Ciudad Juárez, lo que ocurrió frente al aumento de la criminalizacion de la protesta fue que hubo un aumento de organización”.
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