SOMOSMASS99
Alfonso Díaz Rey*
Viernes 25 de noviembre de 2022
En recuerdo de nuestros compañeros: Jesús Hernández Badillo, Manuel Rodríguez Lara, Alberto Reyna García y Celia Puente Rivas
La ultraderecha, que a la par de los regímenes neoliberales ha experimentado una sustancial reducción de su influencia y peso político en Latinoamérica y el Caribe, busca desesperadamente fórmulas que le permitan recuperar su dominio perdido.
En ese contexto en días pasados se celebró en la capital del país una reunión de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), organización de personajes y grupos políticos de Latinoamérica y el Caribe, Estados Unidos y Europa, algunos de ellos connotados miembros y representantes de la ultraderecha internacional, con la finalidad de reorganizarse para intentar recuperar el control de gobiernos latinoamericanos y caribeños, reimplantar el más depredador y criminal capitalismo para de esa manera «salvarnos» del socialismo y del comunismo.
Para ellos, todo lo que se desvíe de su retrógrada ideología o de los designios del gran capital es signo de influencia o presencia socialista o comunista. Con esa visión, los gobiernos que restringen privilegios a la oligarquía y a la burguesía para atender necesidades apremiantes de los sectores vulnerables y depauperados de su población son etiquetados con esos calificativos y objeto de campañas sucias, agresiones mediáticas, intentos de desestabilización e incluso agresiones de distinto tipo.
Su discurso, plagado de racismo, supremacismo, homofobia, intolerancia, odio y mentiras, hace que en determinados momentos y circunstancias personas y grupos considerados de derecha marquen distancia de ellos por considerarlos políticamente inconvenientes, además de que sus propuestas parecen surgir del medioevo.
Se consideran una raza superior y como tal las posiciones y concepciones que asumen son discriminatorias, machistas, sectarias y dogmáticas; proclives al fanatismo religioso o político y a enaltecer doctrinas aberrantes como el nazismo o el fascismo; combinan el más salvaje neoliberalismo con la defensa a ultranza y sin restricciones de la propiedad privada y una moral conservadora que los ubica unos cuantos siglos atrás.
En nuestro país estas posiciones y concepciones tienen promotores, seguidores y reproductores en organizaciones como El Yunque; en sectores del Partido Acción Nacional y otros partidos; en miembros de las cúpulas de la Iglesia católica y sectores empresariales; en organizaciones civiles como Movimiento Viva México, Red Familia, Yo Influyo, Pro Vida.
En Europa, contrariamente a lo que sucede en América Latina y el Caribe, la derecha es gobierno en gran parte de ese continente, el hecho de que 28 países europeos sean miembros de la OTAN da una idea hacia donde se inclina la balanza; y lo más preocupante es que la ultraderecha va ganando terreno, como en Italia y Ucrania, en este último país con manifestaciones claramente fascistas.
Esa expansión de la derecha ha sido frenada en América Latina y el Caribe. Los gobiernos de carácter progresista y de izquierda están en gran parte del territorio de lo que se conoce como Nuestra América y a ello obedecen los intentos por desestabilizarlos y, de ser posible, suplantarlos por regímenes que con el abierto apoyo de Estados Unidos sean vasallos del gran capital. La ultraderecha, sobre todo en tiempos de crisis, es la mejor opción para ese capital.
En esta parte del mundo, por el desastre y el despojo que han ocasionado, las fuerzas de la derecha se han desprestigiado y sus propuestas significan más de lo mismo; sin embargo no están derrotadas. Valiéndose de prejuicios religiosos arrastran a sectores considerables de la población y a estratos medios ideológicamente débiles e inestables; cuentan con los grandes medios de comunicación, los sectores económicamente más poderosos y el apoyo internacional de sus congéneres, el capital monopólico internacional y las potencias imperialistas, con Estados Unidos por delante.
Si creemos en la posibilidad de construir un mejor mundo que el actual, tendríamos que estar atentos a los intentos de quienes creyéndose superiores y con derecho a ejercer esa superioridad pretenden tomar el poder absoluto y utilizarlo en función de los intereses de una minúscula parte de la sociedad, que es a la que representan.
La lucha contra la derecha en el terreno ideológico tendrá como objetivo desenmascararlos, y no es difícil: sus argumentos no resisten la menor confrontación con la realidad. Por ello utilizan la mentira y la denostación, razón por la que hay que enfrentarlos con la verdad y objetividad.
Y a los que recientemente se reunieron en la capital del país, rebosantes de un sentimiento de superioridad y de creerse la crème de la crème, habría que recordarles que la escoria también flota.
* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.
Imagen de portada: Conferencia Política de Acción Conservadora. | Foto: CPAC-Twitter.
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