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Alerta fue emitida durante un diálogo público organizado por Corape (Ecuador) y Servindi (Perú) el 29 de setiembre, y en el que participaron representantes indígenas y especialistas de ambos países.
Indígenas de la Amazonía de Ecuador y Perú denunciaron en un diálogo público que la actividad petrolera viene afectando sus territorios y formas de vida, provocando la muerte lenta de sus pueblos.
“La actividad petrolera está ocasionando serios daños al medio ambiente, al agua que tomamos, al pescado que comemos, al aire que respiramos. Nuestros pueblos se están muriendo lentamente”, expresaron.
La alerta fue emitida durante un diálogo público organizado por Servindi (Perú) y Corape (Ecuador) este 29 de setiembre, y en el que participaron representantes indígenas de ambos países.
Daños y afectaciones
Desde Ecuador y como parte del primer bloque, Severino Sharupi, de la Federación de la Nacionalidad Shuar del Pastaza (Fenash-P) relató que la extracción petrolera ha provocado una serie de daños en sus territorios.
“Los principales daños ambientales son la contaminación primero al territorio; segundo, a los riachuelos; tercero, al agua subterránea; y cuarto, al aire a través de mecheros que se queman de noche”, indicó.
También sufren daños sociales que han afectado la estructura comunitaria y familiar, así como impactos a la soberanía alimentaria, pues cuando el territorio donde cultivan se ve dañado, escasean los alimentos, dijo.
A su turno, Alfonso López Tejada, presidente de la Asociación Cocama de Desarrollo y Conservación San Pablo de Tipishca (ACODECOSPAT), de Perú, sumó a estas afectaciones otra elemental: el daño espiritual.
“La destrucción no solo es material, sino espiritual, porque te hacen cambiar los patrones espirituales para pensar diferente y creer que la actividad petrolera te salva de la pobreza y no es así”, señaló.
Denuncias y negociación
La segunda parte de este primer bloque giró en torno a lo que se podría rescatar de las estrategias de denuncia y negociación de los pueblos indígenas frente a la actividad petrolera.
En esa línea, María Isabel Cuji, representante de la nacionalidad Kichwa del Pastaza (Ecuador), mencionó las iniciativas que adoptaron desde la población indígena para denunciar la contaminación.
Por un lado, mencionó el caso de la nacionalidad Waorani, que denunció ante la Defensoría del Pueblo y el Ministerio del Ambiente la contaminación de su territorio; y de la nacionalidad Kichwa, que plasmó sus demandas por redes sociales.
“Aun así el Estado ecuatoriano no nos ha dado voz y no ha realizado el debido estudio sobre los impactos ocasionados dentro de los territorios; pero sabemos que debemos seguir en pie de lucha”, expresó.
Por su parte, Mario Zúñiga, del Observatorio Petrolero de la Amazonía Norte (Puinamudt) de Perú, destacó que las denuncias desde los pueblos han servido para hacer evidentes los impactos.
“En Perú, por ejemplo, antes de que existan los monitores ambientales no se conocía la magnitud de los impactos. Hoy se sabe que hay más de 3000 impactos petroleros”, indicó.
En cuanto a las estrategias, resaltó el cambio que ha tenido el relacionamiento de las comunidades con las empresas, que en un primer momento se veía en términos de mendicidad.
“Hoy las comunidades tienen claro que la defensa del territorio y el medio ambiente es una defensa por los derechos. Esa transformación es un cambio importante originado a partir de las denuncias”, dijo.
Por último, Zúñiga rescató el papel que han jugado los pueblos para educar al Estado, generando nuevas institucionalidades e impulsando el reconocimiento de derechos a favor de su población.
Lecciones y desafíos
Tras responder algunas consultas del público, los participantes fueron consultados sobre las lecciones y los desafíos que se pueden obtener para la defensa de la Amazonía y la vida frente a la actividad petrolera.
Así, Mario Zúñiga mencionó que es necesario que donde no haya petróleo, no ingrese más actividad petrolera y, por el contrario, se realice una defensa total de las autonomías territoriales.
También resaltó que es necesario involucrar al Estado en el proceso de recojo de información sobre impactos, para que la información sea oficial y sirva para procesos de rehabilitación y remediación.
Además de demandar que los trabajos que se hagan sobre los impactos en dichos territorios se realicen con nuevas y mejores tecnologías, y con el involucramiento de los propios indígenas.
A su turno, Severino Sharupi señaló como lecciones que los juicios entre las empresas privadas y el Estado, siempre las termina perdiendo el Estado y que no se puede confiar en este porque “trabaja en unidad con las empresas privadas”.
En cuanto a los desafíos, resaltó que se tiene que trabajar más en el nivel territorial, donde hay amenaza de presencia petrolera e impulsar las luchas en todos los niveles del poder estatal.
Así como ir creando soberanía económica para que las autoridades de los pueblos puedan tener una respuesta frente a la actividad petrolera.
Finalmente, Alfonso López y María Cuji coincidieron en que la lucha de los pueblos frente a la actividad petrolera debe ser en unidad.
“Tenemos que unirnos, no nos puede vencer esta corriente donde prima el dinero y se destruye la vida. Tenemos que seguir tratando de decirles a los gobiernos que hay otras formas de vivir”, dijo López.
Mientras que Cuji añadió que “solo unidos podemos defender nuestros territorios” y “podemos decirle al mundo entero que sin la selva no podríamos existir, pues no tendríamos un ambiente sano y equilibrado”.
Imagen de portada: Alessandro Cinque / Alamy.
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