SOMOSMASS99
Oscar Alzaga*
Viernes 27 de septiembre de 2024
“Ha cumplido el gobierno el primero de sus deberes, no contrayendo ningún compromiso en el exterior, ni en el interior, que pudiera perjudicar la independencia y soberanía de la República, la integridad de su territorio o el respeto a la Constitución y sus leyes”.
– Benito Juárez.
Indudablemente, el sexenio que está por concluir es una experiencia muy importante conocer y tener conciencia de ella, de su trascendencia, sus luchas, enseñanzas, avances, alcances y también limitaciones, pendientes y fallas. Destaca en particular la lucha de clases que se entabló durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con la clase dominante y su cúspide: el enemigo principal del pueblo y de los trabajadores, o sea: la oligarquía –nacional y extranjera- cuyos capitales son decisivos en la economía del país y, desde luego, para la política y la lucha social. Pero sin dar la cara, por eso es oligarquía y para eso cuenta con instrumentos y una estructura pública (cámaras patronales, cámaras de la banca, industriales, de comercio, servicios, etc.) de poder ramificado por todo el país y con Estado Unidos (EU), que a la vez mantiene una estructura globalizada en donde es cabeza de la OTAN, OEA, el Banco Mundial, etc.
En el mundo, la democracia internacional se viene angostando y avanza la derechización en la mayoría de los países, en varios casos, como en Europa, llegan hasta el fascismo, o a extremos similares en EU con Trump en 2000 y 2024. Antes, en los años 80 del siglo pasado, el neoliberalismo avanzó con Reagan y Thatcher, con una política antiobrera y proligárquica, que culmina en el Consenso de Washington de 1990 y con la caída del socialismo soviético el mismo año. Muere la bipolaridad y nace la unipolaridad. Pero al poco tiempo surge China como potencia mundial y desde el año 2000 la alianza de algunos países latinoamericanos hacer renacer la democracia con sus libertades y críticas propias que fortalecen la región. Así derrotaron al ALCA y ganó la ALBA.
La elección de 2018 en México sorprendió a todo el mundo: renacía la democracia en una elección limpia con amplio margen para el triunfador, que permitió establecer una nueva política en cuyo centro estuvo erradicar la corrupción del gobierno, restablecer la soberanía y una economía social que sin alterar el sistema capitalista, limitó y en algunos casos cambió los excesos neoliberales: como dejar de pagar los impuestos, privatizar y entregar como regalos empresas públicas, reducir el gasto social de educación, salud, vivienda, salarios, empleo precario, etc.
El gobierno de AMLO debilitó a los medios masivos de comunicación privados propiedad de la oligarquía: creando y fortaleciendo los medios del Estado y entablando una lucha ideológica y política contra el neoliberalismo de seis gobiernos (de 1982 a 2028), con las mañaneras, y combatió las falsedades y mentiras de Televisa, TV Azteca, la radio y la prensa de derecha. A todos ellos los desmintió y a los seis gobiernos denunció y exhibió como corruptos, ilegales, pro-yanquis, etc.
AMLO no es un político improvisado o falto de preparación, desde 1976 se incorporó al PRI con personalidades progresistas como Carlos Pellicer Cámara y Enrique Gonzáles Pedrero, fue delegado estatal del Instituto Nacional Indigenista en 1977 y en 1980 fue coordinador de la campaña electoral de González Pedrero por la gubernatura de Tabasco. Fue candidato a gobernador de Tabasco en 1988 y en 1994 por la Corriente Democrática, que después se convierte en Frente Democrático Nacional y en 1989 en el PRD. De 1988 a 2024 organiza y convoca a las mayores marchas que se han realizado en México, recordemos las de Tabasco al DF (1990 y 1994); las de 2005 por el desafuero; las de 2008, en todo el país, cuando Calderón intento la privatización de Pemex y la movilización lo hizo fracasar; y las demás de 2000 a 2018 y las de su sexenio. Es autor de 18 libros de política e historia.
En su gobierno ambas medidas a la vista de todos: a) el combate a la corrupción y b) las denuncias de la corrupción de los neoliberales, abrieron una lucha de clases con fuerza de ambas partes. La derecha se fue a los extremos de la mentira y falsedad de la realidad, que a la opinión pública no le costó trabajo reconocer y, a la vez, advertir la debilidad de la política neoliberal o de la derecha. Esta fue una larga batalla, muy dura de entablar por las ventajas alcanzadas por la oligarquía y derecha de 1950 a 2018. Sin embargo, en los 6 años fueron vencidas. Algo en verdad sorprendente e inesperado.
Desde luego la corrupción no se alcanzó a erradicar en todas las instituciones del Estado, como el propio AMLO lo advirtió: en su sexenio quedaron muchos cuadros políticos y funcionarios neoliberales provenientes de los gobiernos del PRI y PAN que no pudieron substituir los altos mandos de su gobierno, o por fallas de los mismos cuadros de Morena. ¿Cuántos diputados y senadores de Morena apoyaron las medidas patronales de asuntos ventilados ante ellos; juntos, Ricardo Monreal y Luisa Alcalde se opusieron a la reforma laboral que prohibía la subcontratación (outsourcing)? Sería hasta que AMLO la apoyara, cuando ellos se alinean.
En el quinto año del gobierno la derecha neoliberal repitió su política de mentiras y falsedades sin límites, en el periodo pre-electoral de 2023 y en el electoral de 2024. Los partidos de derecha exhibieron una debilidad extrema al tener que marchar juntos quienes siempre fueron enemigos PRI y PRD vs. PAN, a la vez que los tres se sometieron a X González, y éste a la oligarquía y, el colmo, al subsidio de los yanquis. La abanderada de todos ellos fue la pobre Xóchitl. En una segunda derrota electoral
“La ley ha sido siempre mi espada y mi escudo”.
– Benito Juárez.
AMLO podría decir: “La verdad ha sido siempre mi espada y mi escudo”. En el terreno de la lucha de clases su batalla ha sido siempre más ideológica y política que de otro tipo. Las reformas jurídicas que presentó el 5 de febrero de 2024, que han ido resolviéndose a favor casi al terminar su sexenio, se toparon con el Poder Judicial y con el imperialismo yanqui -que juega un papel central-, además del “Club Internacional de la Derecha”, que integra a expresidentes nativos y a otros.
Durante los 6 gobiernos neoliberales el Poder Judicial de la Federación cambió y se fortaleció como nunca, en buena medida fue obra de los gobiernos neoliberales ya que en sus funciones básicas la corrupción se volvió central y los privilegios salariales y en prestaciones de los ministros, magistrados y jueces ganaron “felizmente” a casi todos; desde luego hay excepciones de honestidad pero la mayoría es visible a la opinión pública. Y hoy forma parte de la lucha política que libran la oligarquía, la derecha -y hasta Estados Unidos- contra la política de erradicar la corrupción de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
La defensa de la SCJN ha consistido en una serie de necedades, al grado de querer estar por sobre los otros dos poderes: el Ejecutivo, que envió la iniciativa de reforma al Poder Judicial y, sobre todo, del Legislativo, para intentar impedir la reforma, y a través de resoluciones de jueces que sin empacho conceden amparos y suspensiones, sin tener facultades para ello. Hacen paros de labores ministros, magistrados y jueces, así como empleados de base con su sindicato y dejan de trabajar más de un mes, pero siguen cobrando salarios y prestaciones. Ahora la presidenta de la SCJN se ha vuelto activista y chambista, de espaldas a su responsabilidad ante la justicia nacional, que le importa menos que asegurar una jubilación mejorada ¿más?, para su descanso de tan alta responsabilidad.
En el marco de un gran extravió y decadencia del PRI -de 1964 a 1982-, se les hizo fácil a los integrantes de la clase dominante transitar del centro a la derecha extrema -de 1982 a 2018-, en los 36 años, o 6 sexenios, tuvieron que prescindir de la historia nacional; de aquellos valores que tanto exaltó el PRI de 1920 a 1988, como la revolución del 10, la Constitución del 17 y el cardenismo de 1934 a 40; la economía mixta y nacionalista de 1920 a 1990, etc., todo fue abandonado por abrazar el neoliberalismo con la política antiobrera, proligárquica y proyanqui, que solo con fraudes electorales pudieron ganar tres presidencias (Salinas, Calderón y Peña), la degradación social y ética, la corrupción “tolerada” y “disfrazada” de mentiras y demagogia.
El PAN no cambió, nació en el seno de la patronal de Monterrey, como igual fue el sindicalismo blanco o patronal y Coparmex: de la derecha pasó a la extrema derecha. El PRI, en cambio, se sintió un producto de la Revolución y el PRD nació a la izquierda del PRI y del PAN, pero pronto el PRD de los “chuchos” se subordino al PRI y PAN. Y todos juntos quedaron bajo el mando de X González, o sea la burguesía y los hilos del Imperio yanqui.
Todo ello, dentro de un marco de 25 años que lleva la lucha latinoamericana por sacudirse el imperialismo yanqui y conformar a la vez una alianza de naciones de la subregión de Nuestra América. En este contexto, desde 1959 el imperio no tolera el socialismo en lo que considera “América para los (norte) americanos”, la Doctrina Monroe. Como lo demostró con Chile, Nicaragua, Venezuela, etc. Pero ni siquiera tolera países democráticos e independientes, como Brasil, Bolivia, Colombia y otros, como el México de AMLO.
En la ONU, EU se autoproclama líder de la paz y la cooperación, lo que es otra falsedad y vil mentira. Todo el mundo sabe que detrás de la guerra de Ucrania y Rusia está EU y su industria de armamento; igual, con su criminal negocio de armas, está detrás y a favor de Israel en su guerra contra Palestina y Líbano. Con EU está la subordinada Europa y la OTAN, también compradores de armamento yanqui. La venta de armas de EU es en tiempos de guerra y también de paz. Vende a los gobiernos de derecha de todo el mundo y a los que agreden a gobiernos democráticos y de izquierda. Ni que decir que el principal vendedor de armas a los narcos del mundo, Latinoamérica y México es EU. Su industria militar tiene un gran mercado entre los ciudadanos, jóvenes y niños de ese país, donde la violencia es “el pan de cada día”.
Antes los presidentes de EU presumían de ser el país campeón de la democracia y de las libertades, cuando en realidad es el país más racista del mundo y que masacra la libertad de expresión, como fue recientemente en las universidades donde los estudiantes exigieron el fin de la guerra de Israel contra el pueblo de Palestina.
México ahora ha tenido la dignidad de no ser pro-yanqui ni subordinarse a la política anticubana y antivenezolana de EU, como si lo hacían y hacen los neoliberales; como tampoco ahora se subordina al mandato del poder económico nacional y extranjero, Tal y como también lo expuso y se comprometió Claudia Sheinbaum el 23 de septiembre de este año.
Desde luego, entre los errores graves del gobierno de AMLO está la política laboral y sindical, tanto porque en medio del combate a la corrupción, se excluyó a las Juntas de Conciliación y Arbitraje –la federal y las estatales- dejándolas intactas, como quedaron después de 36 años de prácticas neoliberales, de 1982 a 2018. En manos de Arturo Alcalde la Junta Federal -el Tribunal Laboral más importante del país- la dejó intacta. Hasta que surgieron los nuevos tribunales del poder judicial, mismos que idealizó Alcalde, enfrentándose a la realidad de que era tanto o más corrupta la SCJN que las juntas de conciliación y arbitraje.
A la reforma sobre la libertad sindical de 2019 le fue peor, quedó en el proyecto porque nunca se puso en práctica. De parte de los Alcalde hubo temor de enfrentarse a los patrones y a los charros, prefirieron apoyar a los grandes patrones -Slim, Larrea, etc.- que a los trabajadores. Hoy las centrales siguen haciendo la elección de los líderes a espaldas de los trabajadores y del mismo modo siguen firmando convenios de revisión contractual y salarial.
La política salarial que mejoró AMLO no fue por dialogo con las y los trabajadores, fueron decretos verticales para mejorar solo los salarios mínimos, no los de las revisiones contractuales y salariales de los contratos colectivos de trabajo que siguieron recibiendo “topes salariales”, la mayoría del 4% en los últimos años, como antes con los neoliberales. Igual ocurrió con el empleo, mejoró, sí, pero solo aquellos en aquellas empresas que fueron presionadas por la reforma laboral de la subcontratación, ya que fueron 6 autoridades las que presionaron, no solo la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. De 10 o 12 millones de trabajadores, solo la mitad regularizó y legalizó sus derechos al trabajo estable o de planta según los sindicatos. Aún están pendientes los demás.
* Abogado del Sindicato Minero y la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT), miembro de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD), la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas (ALAL), y la Asociación Internacional de Juristas Democráticos (AIJD).
Foto de portada: Presidencia de México.
1 Comentario
Great Article bro, bokep sampai pelayan