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NO TODO ESTÁ PERDIDO
Agustín Galo Samario
Como si fueran sus subordinadas, la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) informó el sábado a través de su área de comunicación del operativo conjunto llevado a cabo por el Ejercito, la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, la PGJE de Querétaro, la PGR, la Policía Federal y el CISEN que dio como resultado la captura del «principal líder de un cártel que operaba en Guanajuato».
La información difundida por la PGJE daba cuenta de que «en puntual seguimiento a las investigaciones realizadas para ubicar y capturar al líder de un cartel delictivo que operaba en Guanajuato», personal de esas dependencias aprehendieron en Querétaro a Martín Navarro Escutia, El Cebollón.
En contraste con el estribillo de «trabajamos en la construcción de un Guanajuato más seguro», con que suele cerrar sus boletines informativos, la PGJE nada dijo de que a Martín Navarro ya lo había detenido el 9 de mayo de 2014. De eso se encargaron los medios. Lo que sí informó en aquella ocasión fue que, gracias a la «tecnología del Programa Escudo», en el operativo desarticularon cuatro células delictivas y decomisaron miles de litros de gasolina, armas, drogas y vehículos. Nunca dijo dónde se le detuvo, pero lo identificó como «líder de plaza del grupo criminal denominado Nueva Generación».
Si acaso fue por timidez que el año pasado no se dio el nombre completo de la organización a la que pertenece, Cártel Jalisco Nueva Generación, ahora la procuraduría de Carlos Zamarripa Aguirre ni siquiera se atrevió a mencionarla. De cómo fue que libró la cárcel, nada se sabe. Lo que sí es que hoy se le señala por presuntamente haber asesinado a tres queretanos el pasado 10 de octubre en Celaya.
Que Martín Navarro haya sido jefe del Cártel Jalisco Nueva Generación en Guanajuato y Querétaro, desde donde operaba, no es cosa sin importancia. Tampoco que su aprehensión haya sido en aquella entidad y no aquí, y mucho menos que se le regatee el mérito de la investigación al Ejército mexicano y al CISEN.
El Cártel Jalisco Nueva Generación surgió en 2010 luego de la supuesta muerte de Ignacio Nacho Coronel. Liderado supuestamente por Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, creó al grupo de los Mata Zetas con el que en 2011 trató de desplazar a los Zetas de Veracruz. Tiempo después se enfrentó en Michoacán a Los Caballeros Templarios y en 2013 intensificó sus acciones en Jalisco, donde en marzo de ese año asesinó al secretario de Turismo, Jesús Gallegos Álvarez, por presuntamente lavar dinero de los Templarios. Otro de los asesinatos de gran impacto que se le atribuyen a ese cártel fue el del diputado federal Gabriel Gómez Michel en septiembre de 2014, cuyo cuerpo fue encontrado en Zacatecas un día después de ser secuestrado en Guadalajara.
El poder del CJNG ha quedado demostrado en sus constantes enfrentamientos con las autoridades federales. Tan sólo en un año habría asesinado a 24 elementos castrenses y policías locales. La violencia más cruda se desató los tres primeros días de mayo de este año, al cabo de un operativo del Ejército para tratar de detener a Nemesio Oseguera. El resultado fue un helicóptero derribado en Jalisco y 11 heridos y al menos 39 bloqueos con vehículos incendiados en esa entidad, Colima, Michoacán y Guanajuato. Martín Navarro Escutia habría sido, precisamente, quien disparó el lanzacohetes que derribó por primera vez en México una aeronave del Ejército. Desde entonces el CISEN y los servicios de inteligencia de la Sedena se dieron a la tarea de encontrarlo y capturarlo.
Igual que los que destacan por su falta de resultados contra la delincuencia, resulta comprensible que la procuraduría a cargo de Carlos Zamarripa presuma méritos completos que sólo tiene en mínima parte, y a la vez que guarde absoluto silencio sobre el hecho de que la presencia en Guanajuato del Cártel Jalisco Nueva Generación es una realidad. Y con la convicción de algunas autoridades federales de que así seguirá, pues si ahora ya no está Navarro, pronto habrá otro líder que lo sustituya.
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