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NO TODO ESTÁ PERDIDO
Agustín Galo Samario
No lo negó tres veces sino seis. Héctor López Santillana sabe que aceptar públicamente que Juan Manuel Oliva Ramírez colabora en su equipo de campaña es atarse a la cola de un dinosaurio. No digo que mienta, lo que quiero decir es que si se tratara de ganar la alcaldía de León a la buena no lo necesitaría. Pero si a lo que se aspira es a recuperar el bastión a como dé lugar, a la mala o como sea, entonces sí le es necesario. Porque aún reprobado a nivel nacional, Oliva Ramírez sigue como todo un conocedor de los usos y costumbres de la política estatal.
Según nota de Jonathan Juárez (am 11/05/2015), a López Santillana le faltaban palabras para negar al ex gobernador: “No he estado en contacto con Juan Manuel. Él conmigo no está, ni está participando en el equipo, ni me he reunido con él ni nada (…) Ni contacto he tenido con él. En lo que a mí y a mi equipo compete, no está”. Tanto énfasis hace que sospeche hasta el más confiado.
Vencer en las urnas al candidato del PRI, partido que gobierna actualmente el municipio leonés, luce como una empresa difícil. El panorama mejora si se toma en cuenta al adversario, José Ángel Córdova Villalobos, a veces con el semblante sombrío y otras con expresión cariacontecida, con lo que cualquiera podría imaginar que el ex colaborador olivista hasta podría esperar con optimismo a que el futuro le alcance.
El problema está en que López Santillana tampoco las tiene todas consigo. El carisma que destilaba en sus funciones de secretario de Desarrollo Económico le abandona a la hora que toca entusiasmar a las masas. Precisamente uno de los terrenos en que mejor se ha desenvuelto Oliva Ramírez, a quien hay que sumarle su destreza en las malas artes de la política. Sí, eso que lo ha llevado a ganar candidaturas y elecciones para sus aliados y para él mismo.
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