SOMOSMASS99
Caitlin Johnstone*
Miércoles 1 de febrero de 2023
«¿Por qué nunca criticas el belicismo de RUSIA?», es una pregunta que me hacen a menudo con gran indignación. La gente no puede entender por qué dedico todo mi tiempo a criticar el belicismo de la estructura de poder bajo la que vivo sin dedicar ningún tiempo a criticar al gobierno del que están acostumbrados a oír críticas.
Es una pregunta nacida del engaño y del lavado de cerebro propagandístico, y tiene varias buenas respuestas. He aquí algunas de mis favoritas.
«¿Por qué nunca criticas el belicismo de Rusia?»
En primer lugar, en realidad a veces critico el belicismo de Rusia, en la medida limitada en que creo que es necesario en una civilización que está siendo deliberadamente saturada de críticas de máxima amplificación del belicismo de Rusia. Esa crítica suele ser algo así: Putin es responsable de las decisiones de Putin, y el imperio estadounidense es responsable de las decisiones del imperio estadounidense. Putin es responsable de decidir invadir Ucrania, y el imperio estadounidense es responsable de provocar esa invasión.
En realidad no es complicado. Si yo provoco a alguien para que haga algo malo, entonces cada uno de nosotros tiene un grado de responsabilidad moral por lo malo que se hizo. Gran parte de la apología moderna del imperio gira en torno a pretender que la provocación simplemente no existe; que este concepto tan simple y fundamental que todos aprendimos de niños fue inventado el año pasado por el gobierno ruso. Es extraño e indigno y la gente debería sentirse avergonzada por hacerlo. Sabes lo que es una provocación. Deja de comportarte como un idiota.
«¿Por qué nunca criticas el belicismo de Rusia?»
Por qué no mejor dedico todo mi tiempo a criticar al gobierno más poderoso y destructivo del mundo, cuyos crímenes son siempre ignorados o apoyados por las instituciones políticas y mediáticas del mundo angloparlante.
Centrar las críticas en el gobierno más poderoso y destructivo del mundo es, en realidad, lo único normal y cuerdo que se puede hacer. No es extraño y sospechoso que yo lo haga, es extraño y sospechoso que no lo haga más gente.
Estados Unidos es el gobierno más tiránico de la Tierra. Actualmente rodea el planeta con cientos de bases militares y libra guerras que han matado a millones de personas y desplazado a decenas de millones solo desde el comienzo de este siglo. Sus sanciones y bloqueos atacan continuamente a civiles con fuerza letal en países como Venezuela, Yemen y Siria. Trabaja para destruir cualquier nación que desobedezca sus dictados derrocando a sus gobiernos mediante golpes de Estado de la CIA, ejércitos interpuestos, invasiones parciales y a gran escala, y el mayor número de injerencias electorales de todo el mundo.
Nada de esto es cierto en el caso de Rusia. Centrarse en el peor delincuente del mundo es normal, especialmente en un entorno mediático occidental en el que ese delincuente casi no recibe críticas significativas de las principales instituciones. Nada de esto significa que piense que el gobierno de Rusia sea maravilloso y perfecto, sólo que el gobierno más necesitado de crítica en nuestra sociedad no es el de Rusia.
«¿Por qué nunca criticas el belicismo de Rusia?»
¿Por qué no me muestras una institución occidental importante que critique adecuadamente al imperio belicista que yo critico, en lugar de dedicar el 100% de su tiempo a criticar a gobiernos extranjeros?
¿Qué? ¿No puedes? ¿Porque toda la clase política/mediática occidental facilita de manera fiable los intereses informativos de ese imperio?
Pues vale. Ese es el desequilibrio que intento arreglar. No ayudas a restablecer el equilibrio en un entorno informativo tremendamente desequilibrado dedicando la mitad de tu tiempo a criticar a los gobiernos que siempre son criticados en ese entorno y la otra mitad a criticar al delincuente mucho peor que nunca es criticado; ayudas a restablecer el equilibrio centrando tus críticas en el delincuente mucho peor que no recibe ni de lejos un nivel apropiado de crítica. El tiempo que dedicas a uno es tiempo que no puedes dedicar al otro.
«¿Por qué nunca criticas el belicismo de Rusia?»
Esto te va a sorprender, pero en realidad no tengo un público ruso. Tengo un público de habla inglesa que vive predominantemente bajo el pulgar del imperio occidental. Ahí es donde se oye mi voz, y ahí es donde mi voz puede marcar la diferencia.
«¿Por qué nunca criticas el belicismo de Rusia?»
La única razón por la que se te ocurre hacer esa pregunta es porque estás rodeado todo el día de voces que dedican todo su tiempo a criticar el belicismo de Rusia y ningún tiempo a criticar el belicismo de Estados Unidos. Es a lo que estás acostumbrado y lo que te han condicionado a esperar. Alguien que centra sus críticas en el gobierno más poderoso y destructivo del mundo sólo te parece raro porque has sido condicionado por la propaganda para ver la crítica a Rusia como algo normal y la crítica al imperio estadounidense como una aberración rara, y porque los gestores de la narrativa imperial han creado una atmósfera neo-macartista que enmarca a todos los críticos de la política exterior estadounidense como traidores leales al Kremlin.
Sólo en las mentes más adictas a la propaganda resulta extraño y sospechoso centrar las críticas en el gobierno más poderoso y destructivo del mundo. Sólo en el más lavado de los cerebros centrar las críticas en el imperio más poderoso que jamás haya existido parece un signo de inmoralidad, disfunción, traición o apoyo al Kremlin.
«¿Por qué nunca criticas el belicismo de Rusia?»
¿Por qué no vas a ver la televisión? Si tienes una necesidad desesperada de oír a otro occidental criticar el belicismo de Rusia, enciende el televisor más cercano en cualquier canal y espera unos minutos.
«¿Por qué nunca criticas el belicismo de Rusia?»
Ni una sola vez nadie ha sido capaz de darme una respuesta lógicamente coherente de por qué debería dedicar tiempo alguno a criticar a un gobierno al que todas las instituciones occidentales critican 24 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año, mientras que esas instituciones ignoran totalmente la criminalidad imperial estadounidense. A menudo me encuentro con cuasi-izquierdistas, mucho más cercanos a la visión del mundo dominante que yo, argumentando que debería criticar tanto a Rusia como al imperio estadounidense. Pero ni uno solo de ellos ha sido capaz de proporcionarme un argumento lúcido para esa posición que se sostenga ante el escrutinio. Siempre se trata de una suposición no examinada que sostienen como creencia porque no han reflexionado mucho al respecto.
Nadie puede explicarme de forma inteligible qué bien real y concreto le hace al mundo un occidental más que presta su voz a un mensaje que ya se está amplificando, tanto como podría amplificarse cualquier mensaje en el mundo angloparlante. Siempre acaban recurriendo a cosas como «Bueno, te hace quedar mal si no criticas a ambos», como si se transformaran en mis agentes de relaciones públicas pro bono que de repente fingen preocuparse mucho por proteger mi imagen pública. En realidad sólo quieren que me calle y deje de criticar al imperio.
«¿Por qué nunca criticas el belicismo de Rusia?»
Porque no quiero ser una maldita propagandista del Pentágono. En un entorno mediático que está siendo inundado con mensajes propagandísticos diseñados para crear consentimiento para más guerra por delegación, militarismo y política nuclear de riesgo, todos tenemos que ser muy cuidadosos con lo que hacemos. Empujar con fuerza los mensajes de «¡Rusia es mala!» en un entorno así es un uso irresponsable de nuestra voz, especialmente cuando podríamos utilizarla para hacer un llamamiento a la desescalada, la diplomacia y la distensión, y ayudar a la gente a entender que la están engañando.
Antes de lanzar bombas, lanzan relatos. Antes de lanzar misiles, lanzan campañas de propaganda. Si decides prestar tu energía a las operaciones de control narrativo diseñadas para allanar el camino a la muerte y la destrucción, entonces serás tan responsable de esa muerte y destrucción cuando se produzcan como la persona que pulsa el botón de lanzamiento.
Eres responsable de lo que lanzas al mundo y de sus consecuencias. Deja de ejercer de propagandista no remunerado del imperio sólo porque a veces resulta incómodo no hacerlo.
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Foto de portada: Caitlin Johnstone Web.
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