Gerardo M. García / SomosMass99
León, Gto. / 15 de septiembre
Como si fuera un ritual se sienta en su banca, saca las herramientas, con su mano derecha toma un pequeño martillo con una cubierta de goma en la punta, golpea suavemente el diapasón que se encuentra frente a él y la magia sucede… un sonido «LA 4»
El reto es hacer coincidir «LA central» con los 440 Hz del diapasón y transformar los más de 400 kilogramos de madera y cuerdas de acero del piano en un instrumento inigualablemente bello en sonidos. Entonces se da paso al arte que el pianista es capaz de lograr.
Carlos Sánchez se autodenomina afinador y reconstructor de pianos. Fue alrededor de los años setenta cuando dejó la ciudad de León, se fue en busca de una vida mejor, así llegó a la Ciudad de México. En la calle 20 de noviembre del Centro Histórico conocería al señor Ignacio Garrido, hijo y nieto de afinadores de pianos. Desde entonces y para siempre, su maestro.
Fue ahí que entre el arpa, las cuerdas, martinetes, notas, marfil y teclas conoció este bello oficio que no desarrollan más de seis personas en el estado, según cuenta. Empezó como la mayoría de los que aprenden un oficio, haciendo mandados, limpiando. No fue hasta que su maestro y patrón le diera el visto bueno, cuando pudo buscar a sus propios clientes. Decía el señor Ignacio: «No me puedo arriesgar que no sepas hacer el trabajo y sea a mí a quien le reclamen por no enseñarte bien». Pasaron cinco años de ardua enseñanza.
Carlos aprendió a la perfección. Es cautivante ver la minuciosidad con la que suena el diapasón cada vez que comienza. De pronto, el tiempo se detiene y es ahí cuando afina con su llave una por una las 228 cuerdas que posee el piano en turno. Revisa o cambia las gamuzas y fieltros que sean necesarios. No importa si es vertical, de cola o cuadrilongo después de tres horas el piano está listo para emocionar a cualquier oído atento.
1 Comentario
Buenas noches. Tengo un piano Kawai y está desafinado.
Necesito por favor de si apoyo para afinarlo. Estamos en Irapuato Guanajuato