SOMOSMASS99
Jatzibe Castro*
Miércoles 15 de noviembre de 2023
Un trato es un trato
Hubo un día en que, Rahim y Misael a sus 10 años, se encontraban en la esquina en que esperaban al autobús, listos para asistir a su último día de clases, que tendrían solo si lo permitían las bombas que caían cuando menos se esperaba. Fue entonces cuando se separaron a raíz de la absurda guerra en que se vieron involucrados aún con su inocencia, sin importarle a nadie que su amistad apenas empezaba.
̶ Hoy es el último día de clases, dijo Rahim
̶ Mañana nos vamos, mis padres dicen que corremos un gran peligro si nos quedamos, contestó Misael.
̶ No quiero que te vayas.
̶ No quiero irme. Estaba pensando que tal vez podemos decirnos hasta luego.
̶ ¿Cómo? No te entiendo. Yo creo que sí te vas mañana no volveremos a vernos nunca. Es un adiós para siempre. ̶ Rahim estaba triste.
̶ No. Te propongo que hagamos un pacto: quedemos en que nos veremos en esta misma esquina dentro de medio siglo, pase lo que pase en nuestras vidas, a la hora en que esperamos el autobús de la escuela. Incluso podemos aguardar todo el día aquí, por lo que pudiera pasarnos en el trayecto.
A Rahim se le iluminó la mirada con luces de futuro, vislumbró que iniciaba una aventura y de corazón y mente aceptó el reto, solo con una duda: ̶ ¿y si acaso morimos? ̶ Misael le contestó confiado: ̶ un trato es un trato. Aquí nos vemos ̶
Misael había ido a parar al otro lado del mundo, producto de la guerra. Creció con la familia que su madre buscó cuando su padre murió en una lucha cruenta e injusta, como lo son todas. Su madre también murió, ella de enfermedad, el caso es que fue huérfano a los 12 años y aunque sus familiares lo acogieron bien, no fue fácil su vida, extrañaba a sus padres y su existencia feliz, de la que había sido alejado sin entender bien cómo. Afortunadamente tuvo trabajo en la panadería de uno de sus parientes, ahí se hizo diestro en la hechura del pan y también en el manejo del negocio. Eso le permitió seguir la vida de modo productivo, se casó y tuvo dos hijos, al varón le puso Rahim, recordando a su amigo de la infancia, a quien muy seguido tenía en sus pensamientos. Fue un hombre taciturno y nostálgico, las heridas de su niñez solitaria nunca lo abandonaron.
Rahim por su parte, después de aquella despedida, al regresar a su casa, encontró solo escombros y muerte, desolación absoluta, su hogar no existía más, sus padres y hermanos perdieron la vida a consecuencia de un bombardeo intempestivo, como era lo usual aquellos días. Anduvo vagando sin sentido, buscando refugio, comida, compañía. Se le nubló la vida, y en medio de aquel inmenso purgatorio a donde fue a caer sin certidumbre, lo único que le alentaba era ese medio siglo de por medio en que debía cumplir con Misael el trato que habían hecho. Cuando se le presentó la oportunidad de huir de aquel infierno, lo hizo, encontró conocidos solidarios que le dieron refugio momentáneo y que al saber que un comando sacaría damnificados lo encomendaron y desearon buena fortuna en un futuro que se antojaba incierto y solitario. También viajó al otro lado del mundo, aprendió una nueva lengua y encontró buenos amigos, con quienes convivir y trabajar, pero nunca olvidó a Misael y el compromiso contraído.
Ambos amigos seguido recordaban aquella esquina en donde se habían despedido y que les esperaba. Al pasar de los años y aun absortos en su vida, cada año contaban el tiempo que faltaba y deseaban que su amigo viviera, que pudiera llegar.
Y se llegó la hora. Habían pasado 50 años que recorrió la tierra en su girar constante, en su rotar a diario. Ambos amigos involucrados en el girar y en el rotar, cada cual en su mundo no habían sabido algo del otro después de la abrupta separación en medio de la guerra que dejó mucha desilusión, horror y destrucción.
El día añorado, en el entorno del lugar del encuentro, había mucha gente, movimiento de autos, niños y niñas yendo hacia la parada del autobús al lado de sus padres, amigos correteando, todos pendientes por si acaso sonaban las alarmas de emergencia; y en medio del trajín cotidiano de las primeras horas de la mañana, Rahim y Misael, cada uno por su lado, esperaban a que la esquina se despejara. Mientras, observaban de lejos el lugar que en otros tiempos fue testigo de su cariño y de su trato.
Misael, temeroso de acercarse y encontrarse solo, sentía, paseando por su mente, estelas del tiempo transcurrido, mostrando el agobio en su postura y su mirada. No obstante lo vivido, aquellos días en que estuvo con Rahim y todo lo que hicieron, habían tenido el efecto placebo durante los años que siguieron. Se aferró a esos recuerdos, los atesoró como lo más valioso de su vida y persistieron hasta la hora en que esperaba impaciente.
Rahim a la distancia no perdía de vista el destino acordado con su amigo de la infancia. Ese ser con quien se conectó como con nadie más durante los años que estuvieron separados. Cómo se divirtieron cuando estuvieron juntos, recorriendo caminos, aventurándose en el monte, encontrando tesoros, creando historias, estudiando juntos, peleando con los chicos malos de la escuela. Fueron inseparables ese tiempo en que su apertura fue franca e intensa al contarse los cotidianos y entenderse sencillo.
Ambos veían la esquina temerosos del inmediato porvenir, no sabían si su amigo llegaría ni si podrían reconocerse. Aunque tenían su niñez guardada en el corazón y los recuerdos, temían la imposibilidad de que se diera el reencuentro y así, absortos en la nostalgia a que llevaba la imagen del espacio en donde se separaron, pasaron varias horas, cada uno encerrado en sus remembranzas.
En la esquina, solitaria al fin, quedaban dos señores que al sentir su mutua presencia giraron su mirada al mismo tiempo y al verse, en sus ojos encontraron al amigo del que hacía medio siglo se habían despedido. Escrutaron en el otro los años del destierro, envolviéndose con el cariño guardado en sus entrañas, y se llegó el abrazo con el amor que perduró venciendo el tiempo, la distancia y el dolor que sintieron al separarse en medio de lo absurdo de las conflagraciones y, con ellas, las diferencias al parecer insoslayables. Entonces decidieron, con la libertad y la experiencia que les dieron los años del exilio forzoso, que su amistad que hacía medio siglo apenas empezaba, continuaría.
* Jatzibe Castro es pintora y escritora.
Twitter: JatzibeCM
Instagram: Jatzibe_Castro
Fotos de portada e interiores: Hosny Salah / Pixabay.
16 Comentarios
Hermosa historia, muy bien narrada. Me encantó la decisión que los personajes tomaron al final.
Una nota más de tu excelente escritura. Gracias por compartir. Martha Castro Rivera
Hermoso relato…
Así es!! La amistad es duradera. Gracias por compartir.
Hermosa historia y mejor narración. Felicidades.
De película
Linda historia, y muy ad hoc a los tiempos. Espero nunca tener que decir «Un trato es un trato» de 50 años. Felicidades por la redacción.
Que bonita historia, sentí muy bonito el reencuentro, lo redactaste muy bien que lo sentí mío. ❤️
Hola, querida Jatzibe. La historia me dejó con los deseos de saber qué fue de la vida de estos amigos. Quiero saberlo. Buena historia, bien escrita. Gracias. Un abrazo
Muy nítido lo que logras transmitir y lo valiosa que es la amistad que da fuerza para motivar a seguir viviendo ante la adversidad, Felicidades Jatzibe!
Gracias por compartir!
Retratas la esperanza solo presente en la realidad de los afectos particulares, frente a la estupidez y el desencuentro q ocasionan quienes, impotentes e irresponsables, siguen creando el dolor y la tragedia desde sus cúpulas incólumes
Todo el tiempo de la lectura del texto y después de ells estuve pensando en la guerra, la mayor estupidez humana, en que me gustaría que los líderes de los ‘paises enemigo» fueran los que pelearan, que dirimieran sus diferencias a golpes, sin afectar a tantos y sin destrucción.
Y concluí que es una historia bien narrada, que despierta sentimientos, que te hace meditar… Felicidades Jatzibe por tu buena narrativa!
Es tan es una historia porque ¿Cuántos inocentes padecen por la ambición desmedida de esos desalmados? Ese reencuentro es una gota de miel en la amargura de la guerra. Felicidades Jatz
*Ésta
Esto me hace recordar lo que dice el proverbio 17:17
El verdadero amigo ama en todo momento y es un hermano en tiempos de angustia.
Tristemente, es muy actual tu historia, algo tan estúpido como lo es la guerra, donde siempre los mas inocentes son los más afectados y los que provocan las guerras por intereses políticos y económicos, duermen en sus mullidas camas, comen a cuerpo de rey, sin importarles un ápice la suerte de tanto inocente. No soporto la crueldad que ejercen sobre familias enteras, masacran niños; me llena de impotencia esta situación