SOMOSMASS99
Juan José Martínez Bolaños
Lunes 23 de julio de 2018
Hace poco me topé por ahí algún sitio de Internet lleno de frases motivadoras, como sacadas de los libros de Paolo Cohelo. Leí algunas y quedé inspirado. “El mundo es un libro y aquellos que no viajan solo leen una página”, rezaba una cita de un tal San Agustín, que no me tomé la molestia de investigar más allá de su apellido. Y es que sí, viajar, moverse de aquí para allá es la prueba más sublime de que somos libres. Caminar y sentir el aire en el rostro, andar en bicicleta, pasear por los lugares que nos plazca o conducir libre por las carreteras rodeado de paisajes arbolados, es un verdadero placer, un placer pero que no es de todos.
Viajar también es peligroso, lo es en México. No para el rico cosmopolita que viaja en avión a París, Nueva York o Moscú hoy tan de moda; si lo es para nosotros, los ciudadanos de a pie que somos los más en este país. Moverse en México para visitar a nuestros seres queridos, trabajar o atender nuestra la salud en el hospital que más o menos tiene lo que necesitamos, pero que está a tres o cuatro horas de donde vivimos. Viajar para estudiar e intentar, como si de arrancarse las cadenas se tratara, dejar la miseria, la pobreza y la ignorancia.
En mi país las carreteras se asfaltan de corrupción, se pintan de rojo sangre y se circulan con miedo. Tan sólo de enero 2013 a noviembre 2017, y de acuerdo a cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en México se cometieron 14 mil 974 robos en carretera; de los cuales, 12 mil 504 fueron con violencia. Muchas de las víctimas son ciudadanos, automóviles particulares y transporte público de pasajeros, para ser exactos, 2 mil 382 casos en el intervalo y según la fuente citada anteriormente.
Para este periodo vacacional en el estado de Tamaulipas se puso en marcha el operativo “Viaja con tu policía”, donde corporaciones como la Policía Federal y Estatal, escoltan a los viajeros en los movimientos dentro del territorio estatal, de la frontera norte al centro-sur y viceversa. Esta medida de “contención” delictiva no es nueva ni exclusiva del periodo vacacional (aunque si aumenta en estas fechas), si no que cotidianamente desde hace cuatro años, y según cifras citadas por el diario Animal Político en su sección “Aprender a vivir con el Narco”, la caravana se ha realizado unas 4 mil 300 ocasiones, todas con “saldo blanco” (operativo “Escalón”). Los ciudadanos de acuerdo a los horarios establecidos por las corporaciones policíacas, se coordinan y conforman caravanas de hasta 200 vehículos en el periodo vacacional. La convocatoria tiene éxito y no sorprende, pues en Tamaulipas de acuerdo a estadísticas de la Procuraduría General de Justicia de Tamaulipas, citada por El Universal, de enero 2014 a abril 2018, se registraron 482 denuncias por secuestro, y las carreteras son uno de los principales lugares donde se suscita este tipo de hechos delictivos. El miedo es razonado, se siente y se comparte.
La estrategia da resultados, es un ejercicio básico de prevención situacional del delito, apuesta a la conocida teoría criminológica de las Actividades Rutinarias formulada por Marcus Felson y Lawrence E. Cohen en 1979 (la vieja confiable hoy en día). La teoría de las actividades rutinarias vincula la actividad delictiva con el contexto situacional de autor y víctima, es decir, pretende desarticular el Triángulo del Delito, el cual se produce cuando convergen tres factores en el mismo espacio-tiempo. A saber: 1.- Un delincuente motivado a delinquir (el secuestrador), 2.- Una víctima propicia (el viajero), y 3.- Ausencia de guardianes eficaces capaces de evitar el delito (policías). Al inhibir uno de los tres factores citados no sería posible, en teoría, que se manifestara la acción criminal.
Las caravanas escoltadas en las carreteras del estado de Tamaulipas son un claro ejemplo de la desarticulación del Triángulo del Delito, y los resultados positivos que puede generar esta estrategia son tangibles, sin embargo, es irremediable no poner sobre la mesa los siguientes cuestionamientos: ¿Los traslados escoltados son una estrategia sostenible operativa y financieramente? ¿Qué pasa con los que no pueden viajar en los horarios establecidos? ¿Aumenta la probabilidad de ser víctima si viajas fuera de la caravana escoltada? ¿Seguridad sólo para unos cuantos? ¿Medidas desesperadas para un gobierno incapaz de atacar el problema de raíz? Sin duda las respuestas quedan en el aire.
En una de las tantas charlas virtuales que he sostenido con un camarada, colega y amigo de las redes sociales, Camilo Valencia, criminólogo especializado en el ámbito policial, sobre el tema de las caravanas escoltadas, surgió lo siguiente: “Olvidan –la autoridad– que el delito es dinámico y se adapta a las acciones policiales. Esta política es totalmente reactiva y únicamente evita el delito en las rutas vigiladas (…) el aumento de presencia policial sólo es un disuasivo temporal. El acompañamiento policial –reconoce– tiene efectos positivos en la prevención del delito situacional (…) además –se cuestiona como quien supiera algo que nosotros no– ¿Este tipo de operativos se presta para el contrabando de objetos prohibidos, cobijado por quienes deberían evitar dicho transporte?
Viajar sin duda es una experiencia que llena el alma de múltiples sentimientos, libertad, alegría, placer, y como lo dije al inicio de este artículo, un placer que no siempre es para todos, porque no todos experimentamos de la misma manera el viaje, algunos, aun con la más fría soledad viajando de su lado, siempre viajan acompañados, acompañados por el miedo que cimbra recorrer las vastas carreteras de nuestro bello país.
Foto de portada: Pixabay.
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