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Alfonso Díaz Rey*
Viernes 12 de agosto de 2022
Como si no hubiera alternativas para la solución de los problemas de México y sintiéndose poseedores de la verdad, los cerebros del Fondo Monetario Internacional (FMI), uno de los instrumentos del capital financiero y la oligarquía internacional para mantener a los pueblos subyugados y en el subdesarrollo, vuelven a la carga e insisten en mostrar a nuestro país el camino para resolverlos.
Como 36 años de imposición de políticas neoliberales (1982-2018), de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto, no bastaron para ─mediante despojo, corrupción y engaños─ adueñarse completamente de los bienes y riquezas nacionales y precarizar la vida de quienes dependen de un salario para el sustento propio y de su familia, se atreven, nuevamente, a sugerir que para evitar problemas actuales y futuros lo que nuestro país necesita es implementar «reformas estructurales» adicionales, sobre todo en el área energética, paradójicamente uno de los sectores que, no obstante su avanzado desmantelamiento, no pudieron privatizarlo por completo.
No han quitado el dedo del renglón. Los centros de poder financiero no aceptan que los pueblos sean quienes decidan sobre el manejo de sus riquezas naturales y bienes nacionales, menos si tienen carácter estratégico como los del sector energético; muestra de ello son los numerosos amparos y litigios judiciales en ese ramo, y los reclamos en el contexto del tratado comercial con Canadá y Estados Unidos.
¿No advierten, o tratan de ocultar, que fueron esas políticas las que causaron el hartazgo de la ciudadanía, que se manifestó el 1 de julio de 2018 en las urnas al votar por un cambio en el país?
¿Olvidan, o fingen amnesia, que la aplicación de sus recomendaciones fue la causa de la agudización de buena parte de los problemas que actualmente padece nuestro país?
Saben que internamente tienen el apoyo de la oligarquía y la alta burguesía, así como de sus fieles sirvientes; y a nivel internacional, del capital monopolista financiero y gobiernos de los países que lo albergan, quienes de variadas maneras ejercerán presiones para intentar alcanzar su objetivo.
La obsesión de convertir todo en mercancía, privatizarlo y obtener la máxima ganancia de ello los impulsa, con el mayor cinismo, a insistir en que volvamos a ser sumisa presa del gran capital y a padecer nuevamente gobiernos corruptos hasta la médula.
Y precisamente cuando el país intenta resarcir en parte el destrozo y el desorden causados durante 36 años de administraciones neoliberales, el FMI, cándida y cínicamente, nos repite la receta de la medicina que agudizó nuestros males. Lo hace, paradójicamente, en tiempos en que las transnacionales de la energía obtienen, mediante prácticas asociadas a la corrupción, multimillonarias ganancias y los pueblos padecen por los altos precios de los energéticos y la energía.
El FMI y la oligarquía olvidan que los pueblos tienen memoria, y el nuestro no está dispuesto a repetir el pasado que esa institución y sus seguidores locales ofrecen, que en vez de resolver y evitar problemas al país, en su afán privatizador y depredador, los provocarán y agudizarán.
Esa actitud, del FMI y sus seguidores, equivale a, por decirlo decentemente, ser unos caradura.
* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.
Imagen de portada: Sede segunda del Fondo Monetario Internacional en Washington, Estados Unidos. | Foto: Wikimedia Commons.
1 Comentario
Excelente análisis