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Alfonso Díaz Rey*
Viernes 15 de diciembre de 2023
La reunión número 28 de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP) se realizó en Dubai, inició el último día del pasado mes y concluyó el 12 del presente.
Desde 1995, año en que se llevó a cabo la primera Conferencia, las emisiones de carbono a la atmósfera han aumentado 60%, cada vez son más frecuentes los fenómenos meteorológicos extremos vinculados al cambio climático y los efectos de este en el medioambiente.
En muchos científicos y ambientalistas existe la sensación ─y preocupación─ de que la COP-28 se convierta, como las 27 anteriores, en una desilusión más. Tal sensación tiene fundamento en el contexto en que se realizan esas reuniones, con la presencia de las grandes transnacionales del petróleo y gas, agroindustriales, de alimentos
Ante los impactos producto del cambio climático, cada vez más frecuentes e intensos, cuyas consecuencias son mayores en los países pobres, los representantes de las naciones ricas asisten a esas conferencias con la finalidad de defender los intereses no tanto de su población como la de las grandes corporaciones que, paradójicamente, son quienes más contribuyen al deterioro del planeta.
Son esos países y corporaciones los que buscan convertir en mercancía o fuentes de ganancia las medidas o mecanismos que se acuerdan en tales reuniones. Tal es el caso de la creación de los bonos de carbono, que son materia de negociaciones inicuas, cuando el objetivo debiera ser la progresiva reducción de emisiones. Podría citarse también el caso del fondo para pérdidas y daños por impacto del cambio climático, mecanismo que el gran capital pretende se convierta en una entidad financiera, para lucrar, de ahí lo raquítico e insignificante de lo hasta ahora reunido (alrededor de mil millones de dólares, cuando lo necesario son 400 mil millones).[1]
Es innegable el acelerado deterioro del medioambiente y, como una de las consecuencias de ello, el cambio climático ─que se refleja en el calentamiento global─ con sus devastadores efectos. No es una hipótesis, es una realidad que padece la humanidad.
Hasta ahora, esa adversidad ha sido enfrentada con el enfoque de quienes más se han beneficiado con las actividades que la originaron, actividades que les siguen proporcionando cuantiosas ganancias, por ello se niegan a aceptar su grado de responsabilidad en este problema y, sobre todo, a reducir sus ganancias. Ello en buena parte explica los ínfimos avances ─por no hablar de fracasos─ de las 28 COP realizadas hasta la fecha.
Es claro que mediante un enfoque capitalista jamás se resolverá un problema que el mismo sistema ha creado, pues es incapaz de ir contra su propia naturaleza, su esencia,
Es por ello que las luchas por la defensa y mejora del medioambiente, y de manera general las que se libran por una vida más digna para todos, necesariamente tendrán que ser, también, anticapitalistas. Solamente de esa forma podremos avanza en la solución de los más graves problemas que padece la humanidad.
Nota:
[1] La Jornada, 11-12-2023 (https://www.jornada.com.mx/2023/12/11/opinion/019a2pol)
* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.
Foto de portada: COP28 UAE.
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