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LA COLUMNA ROTA
Frida Guerrera*
Miércoles 30 de noviembre de 2022
El 27 de noviembre de 2021 el cuerpo de una pequeña no mayor de nueve meses fue localizado en inmediaciones de Querétaro y el Estado de México. Estaba envuelta en una cobija café con blanco, de esas que hoy tanto se venden en catálogos, y una cobijita en color azul cielo que parecía una chamarrita. Vestía una sudadera color morado, con letras #LOVE, un pantaloncito rojo con dos conejitos sonriendo en la bota del pantalón. Y a su lado una veladora blanca, que tal vez dejó quien la abandonó en ese lugar. «LOVE, la beba de los conejitos», como la bautizamos, no ha sido inhumada hasta el momento, seguimos buscando su identidad.
El 5 de junio de 2021 el cuerpo de un bebé fue hallado abandonado en una milpa, siendo devorado por una jauría de perros, en inmediaciones de la carretera Toluca-Zitácuaro, a la altura de Almoloya de Juárez, en el Estado de México. Solo localizaron su brazo derecho y su cabecita, el resto del cuerpecito ya había sido devorado, por lo que fue imposible realizar un retrato del pequeño. Lo inhumamos en agosto de 2021 y le bautizamos como «Jesús». El inocente descansa junto a Estrella, la beba de Aragón.
El 5 de marzo de 2022 el cuerpo de un pequeño de aproximadamente año y medio fue encontrado en el municipio de Ixtapaluca, Estado de México. Localizado en un terreno baldío, el bebé presentaba huellas de violencia y un avanzado estado de descomposición. Los vecinos de la zona encontraron al inocente, pero ninguno de ellos lo reconoció. Vestía un pantalón azul con estampado de osos koalas, calcetines grises y estaba envuelto en una sábana para bebés con figuras de borreguitos. Lo inhumamos el 22 de abril de 2022 por el avanzado estado de descomposición que presentaba. Lo bautizamos con el nombre de «Mateo». El cuerpo del bebé descansa junto a César, nuestro pequeñito localizado el 4 de octubre de 2018 en Tultepec, Estado de México, al que sí identificamos y dimos justicia.
Estrella, nuestra beba de Aragón, fue localizada el 28 de junio de 2020. Su pequeño cuerpo fue localizado bajo una banca de unos juegos infantiles, debajo de un puente, en inmediaciones de la Ciudad de México y el Estado de México. Hasta el día de hoy no hemos logrado dar con su identidad, ni con sus asesinos. Fue dejada dentro de una mochila negra, envuelta en una gasa color blanco, sin ropa. Nuestra pequeña Estrella fue inhumada el 22 de abril de 2021.
El 29 de octubre de 2022, el cuerpo sin vida de una bebé de 2 a 4 meses de edad fue encontrado en las inmediaciones de la Terminal de Autobuses de Toluca. La pequeña estaba envuelta en un fragmento de tela color blanco, por debajo de ésta, una cobijita a cuadros de colores verde, amarillo, rosa y blanco. Portaba un gorro rosa con una flor estampada, chamarra verde agua con botones blancos y un oso estampado en el lado derecho, un pantaloncito tipo mallón azul con vivos en blanco y tines con vivos gris. Hoy nuevamente estamos solicitando su apoyo y amor para localizar a la familia de nuestra beba, a la que hemos bautizado como. «Florecita, la beba de Toluca».
Todos los días en todo el país son asesinados por familiares entre 3 y 4 niños y niñas. Hemos contabilizado el feminicidio infantil de 124 niñas en lo que va de 2022. Nos duele el corazón cada vez que tenemos que mirar el rostro de una pequeña o pequeño lastimado, sin vida. Cortas vidas que al parecer no importan. Creemos que con Lupe, César, Félix y Alexa tuvimos la fortuna de dar con sus identidades y hacerles justicia dando con sus asesinos y familias, porque eran más grandes. Pero la mayoría de nuestros últimos pequeños son muy bebés. Además de que son pequeños nacidos en pandemia, poca gente los vio y si sus asesinos (padres, madres, padrastros, abuelos) tal vez fueron los únicos que los vieron, por ende no van a levantar la mano para decir es mi beba o mi bebé.
Es increíble que sigamos tan impávidos, tan insensibles con nuestros pequeños, los cuales son responsabilidad de todos. Debemos dejar de normalizar la violencia contra nuestros pequeños y niñas. Y debemos de entender que cuidar la vida de las niñas y niños es corresponsabilidad de cada uno de nosotros, para poder exigir a las autoridades que apliquen la ley.
En el epílogo de mi libro. #CONLASNIÑASNO Y TAMPOCO LOS NIÑOS, comparto esta reflexión:
La pequeña Sam fue registrada el 23 de abril. Ya estaba internada y con un pronóstico grave ante la irresponsabilidad de quien se supone debería cuidarla y amarla, su madre. Diana no alcanzaba a comprender el daño que provocó su omisión y la normalización de la violencia. Para ella era normal que Aarón les diera “nalgadas” a sus niñas y justificaba la violencia: “Él se desesperaba con las niñas, por eso les llamaba la atención”. El 24 de abril Samy no resistió más. El traumatismo craneoencefálico severo que presentaba, con fractura y hemorragia del lado derecho del cráneo, el edema cerebral, además de la anemia aguda secundaria que padecía, hicieron estragos en su cuerpecito. La bebé perdió la batalla ante la bestialidad de Aarón y la falta de amor y protección de Diana. La pequeña fue asesinada ante la indiferencia y complicidad de muchos que advirtieron que era violentada, pero callaron. Perdió la batalla frente a las autoridades que deberían haber vigilado su bienestar, mismos que, seguramente, el Día del Niño llenan sus redes sociales de frases cargadas de amor para los pequeños, sin hacer lo que les toca. Sam es de aquellas niñas que no se ven, las que no importan, las que nacen en asentamientos. Sam es una más de las chiquillas que diariamente engrosan las estadísticas de este país que solo se lamenta de vez en cuando ante la muerte; pequeñas que no son de nadie, pero que deberían ser de todos. Samanta murió ante la indiferencia de los medios de comunicación que ni siquiera hablaron sobre su asesinato. Queremos cerrar con Samanta porque es la niña que justo en el momento que estoy escribiendo fue asesinada en un país sangrante, que a diario es apuñalado, que todos los días muere de a poco porque estamos permitiendo que liquiden su presente y futuro. La intención, como siempre que compartimos una historia, es recordar a algunas de nuestras pequeñas que nunca serán adultas porque no se los permitieron, nuestras bebas y bebés que quedarán inmortalizados en la niñez porque jamás serán adultos. La mezquindad de seres sin entrañas no se los permitió. Samanta se unió a estos tiernos rostros que nos motivan a luchar para evitar que las muertes continúen. Muchas veces, en medio de nuestra labor, hemos tenido que tomar un momento para llorar, gritar y enfurecernos ante el horror que no para, que no podemos detener. Pareciera que el ente llamado “humano” jamás volverá a sentir amor por los pequeños, a quienes más que llorarles y llamarles “ángeles”, deberíamos hacerles justicia, cuidarlos en vida, ser responsables de ellos. Deberíamos también exigir a los legisladores que realmente cumplan con su función y nos representen a todos, pero más a los pequeños; que dejen de usar el dolor para golpearse unos a otros políticamente y que se pongan a trabajar en leyes para proteger a nuestros bebés. Cierra los ojos y recuerda a esa niña o niño que eras, que a pesar del tiempo aún vive dentro de ti. Imagina que estás siendo aterrorizado por los gritos del adulto que debería cuidarte, eres azotado porque no dejas de llorar. Cierra los ojos, no dejes que entre ruido, deja de justificar a los agresores. Estás siendo violada para satisfacer los bajos instintos de un criminal que te usará para desecharte después como basura. Los días de la niñez tranquila se han acabado. Sí, antes pasaba, pero las calles, escuelas y casas eran más seguras. No es que se vean más ahora, es que generaciones atrás algo se rompió en la sociedad, algo muy grave sucedió y debemos reconocerlo para rectificar. Hoy es día de callarnos y ayudar, de sentir vergüenza, de que en lugar de seguir alardeando en redes sociales vayamos a abrazar, vigilar y cuidar a los niños y niñas que siguen vivos. No lloremos, actuemos. ¿Cómo? Empujando, exigiendo a las autoridades, metiéndonos en “asuntos que no nos corresponden”, alzando la voz, porque con esas acciones puedes salvar muchas vidas y, sobre todo, puedes detonar que nuestra sociedad por fin entienda que no depende solo de las autoridades, que es una responsabilidad compartida, porque la chingada nos está cargando a todos y, peor, a nuestro más grande tesoro. Hasta aquí el texto del libro.
Basta de escudarse en burdos pretextos. Debemos ayudar a cualquier pequeño cercano que conozcamos, y tal vez un día podamos sentirnos humanos al salvar la vida de una niña o niño.
Ahora están en sus 16 días de activismo para seguir creando conciencia en torno al tema de la Violencia de Género. ¿Y por nuestros niños y niñas cuándo haremos algo? Cuándo para crear esa tan necesaria conciencia y detener el infierno en el que viven muchos de nuestros inocentes. Perdón una vez más, Florecita.
P.D. Cada uno de los textos expuestos en este espacio son con autorización y acompañamiento de las víctimas. Porque solo somos la extensión de su grito de justicia.
¿Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo de una mujer víctima de feminicidio o desaparición? ¿Eres sobreviviente de una relación violenta o intento de feminicidio? Búscanos, ayúdanos a visibilizarlas y a contar sus historias: Voces de la Ausencia.
* Comunicadora libre, bloguera mexicana.
Facebook: FridaGuerrera Guerrera
Voces de la Ausencia @VocesDLAusencia
Imágenes proporcionadas por Frida Guerrera y Voces de la Ausencia.
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