SOMOSMASS99
Agustín Ramírez Agundis*
Miércoles 30 de noviembre de 2022
Preámbulo
A unos cuantos días de cumplir cuatro años de gobierno, el presidente convocó a acompañarlo para realizar una marcha en la Ciudad de México, partiendo de la Glorieta del Ángel de la Independencia para terminar en el Zócalo, lugar donde pronunciaría un mensaje para hacer un recuento de los logros alcanzados durante ese lapso.
Las críticas de la oposición no se dejaron esperar, el propósito de quienes añoran el pasado de corrupción y antidemocracia y ponen en juego infructuosamente todo tipo de zancadillas y mañosos obstáculos para retornar a la vida de privilegios fue el de desvirtuar y descalificar la movilización. El argumento principal utilizado por el conservadurismo se basó en acusar al presidente de poner en marcha ciertos mecanismos para acrecentar la concentración de gente con acarreados.
La fiesta
Todavía no amanecía y en los alrededores de El Ángel la gente se comenzaba a concentrar. Muchos arribaban como integrantes de contingentes diversos, provenientes tanto de las diferentes alcaldías de la CdMx como de las entidades de la república. Otros, muchos, acudíamos de manera individual, por familias, o en grupos de amigos, por nuestra propia cuenta.
Desde esa hora se vivía un notorio ambiente de fiesta. La principal sensación era ésa que surge de forma espontánea a partir de una tácita comunión de ideas, de propósitos, de sentimientos. El no al racismo, al clasismo y a la discriminación con el cual el presidente arenga muy a menudo allí se tornó realidad. En el rostro de los asistentes estaba plasmada la alegría de participar junto con personas hasta entonces desconocidas pero ahora unidas en torno a un mismo ideal.
El completo respeto y confianza para los demás era patente. En un momento dado, de pronto sentí una mano sobre mi hombro, apenas dirigí la vista hacia allá y la persona que estaba detrás me preguntó si le permitía cerrar la mochila que cargaba en la espalda y que por descuido había dejado abierta.
Como una marea de gente, la caminata avanzaba paso a pasito, hombro con hombro, brazo con brazo, pisada por pisada. Así, eran frecuentes los suaves empujones siempre seguidos de una mutua y recíproca disculpa. Por la misma razón, ocasionalmente se veían a personas caminando en sentido contrario al de la marcha, cojeando ligeramente, llevando un zapato o tenis sí y otro no; regresaban en búsqueda del calzado que se había quedado atrás por no haberlo llevado convenientemente atado; naturalmente, también de pronto se veían a otros marchistas que levantaban un zapato o un tenis anunciándolo para tratar de localizar al dueño.
La batucada, los cánticos, los danzantes, las bandas de música amenizaban y ponían a la gente a bambolearse al ritmo del sonido. Entre las tonadas, una que mucho resonaba era aquella de olé, olé, oléeee, Amlooooo, Amlooooo.
Doble marcha
El viernes anterior, una amiga avezada en la práctica de reportar marchas nos decía que la mejor manera de hacerlo consistía en no marchar, sino situarse en un lugar y desde allí observar el paso de la columna; nos decía que quien marcha sólo se da cuenta de lo que sucede un poco delante y un poco atrás del punto donde se ubicó como parte del contingente, mientras que quien se estaciona en cierto sitio del recorrido tendrá la oportunidad de observarlo todo.
La del domingo fue una marcha muy especial. Yo la concebí como una doble marcha. Sucede que desde el punto de vista de la física, el movimiento es el cambio de posición de un objeto con respecto a otro; es decir, un desplazamiento relativo. El domingo, era tal la cantidad de gente apostada en todo el trayecto para observar y animar la marcha que para ellos éramos nosotros los que marchábamos y para nosotros, de manera recíproca, eran ellos los que marchaban.
Quienes supuestamente marchábamos portábamos pancartas que les mostrábamos, de modo que ellas y ellos leían; a la par, ellas y ellos portaban pancartas que nosotros con interés apreciábamos. Por otra parte, quienes fungían como supuestos espectadores escuchaban las consignas que nosotros exclamábamos; al mismo tiempo, en su debido turno, nosotros nos sentíamos motivados por las arengas que ellos emitían.
Desbordados
El presidente, a lo largo de la semana previa, dedicó parte de su conferencia mañanera a delinear aspectos organizativos de la marcha, esto en cuanto a cómo se ubicarían los grupos. Señalaba que en la descubierta, o sea al frente, iría él acompañado de luchadores que desde mucho tiempo atrás impulsaron el movimiento, junto también con miembros de su gabinete y algunos gobernadores. Detrás irían los manifestantes agrupados por estados y ordenados de manera alfabética. También anunciaba que la marcha arrancaría a las 9 de la mañana, partiendo de El Ángel.
Como lo dije al principio, todavía no amanecía y las calles aledañas a ese lugar estaban siendo ocupadas por la gente. Para las siete de la mañana eran ríos de personas las que iban llegando de los diferentes rumbos. Todos lo vimos, la famosa descubierta nunca se integró y el presidente se ubicó, pasadistas de las nueve, allí, en el centro del gentío, en algún punto entre las dos glorietas, la de El Ángel y la de La Palma (hoy llamada glorieta de El Ahuehuete).
El recorrido de la marcha estaba contemplado para completarse en un tiempo de entre 2 y 3 horas. En la realidad fueron más de 5 horas y media las que tardó el presidente López Obrador en arribar al Zócalo.
De pronto parecía que todo se salía de control. La gente quería acercarse al presidente, tomarse una selfie, estrechar su mano, expresarle un saludo, entregarle algún objeto. Era difícil avanzar, el ánimo, el jolgorio, la fiesta se alimentaban mutuamente entre el líder y la gente. El presidente y el grupo que lo acompañaba de manera cercana, se movían en zigzag, como lo hace el oleaje en la playa. Cabe destacar la petición constante de los propios manifestantes de cuidar al presidente, siempre de manera mesurada. Era paradójica la motivación, por una parte la aspiración a estar cerca de él y, por la otra, la preocupación por no hacerle daño, por protegerlo.
Los protagonistas
Fue el pueblo el principal protagonista. Así debía ser. En una fiesta son los invitados quienes deben ser atendidos de la mejor manera posible por el anfitrión. El calificativo que nos adjudicó la oposición a quienes acudimos a la marcha en el sentido de que fuimos acarreados surgió de esa errónea concepción que tienen los conservadores acerca de quién es el pueblo y, particularmente, el pueblo de México. Bien lo dice el presidente: tonto es el que piensa que el pueblo es tonto.
Seguramente nunca estuvo en la mente de López Obrador la idea de abordar un vehículo para librarse de la gente. Al contrario, la fiesta fue para celebrar juntos los importantes logros alcanzados por el movimiento de la Cuarta Transformación y, por lo tanto, juntos teníamos que ir, así fuera complicado caminar con un buen paso.
De entre los manifestantes, habría que destacar la participación de los jóvenes. La mayoría de los y las marchistas eran jóvenes. Sus cantos, pancartas y consignas expresaban pensamientos, ideas, demandas, propuestas que para nosotros, los que presumíamos de haber recorrido con anterioridad esos caminos, significaban en realidad muchas enseñanzas. En verdad eso da mucho gusto, el darnos cuenta que quienes presuntamente vienen detrás de nosotros en realidad nos llevan la delantera.
Una nueva generación, varias generaciones, que se han forjado, sin darnos cuenta cómo, dónde y cuándo. Jóvenes, hombres y mujeres, que con mucha frescura en el fondo expresan ideales muy sentidos por todos.
Las tecnologías de la información
Antes, durante y después de la marcha se hizo patente la transformación que ha ocurrido en los medios a través de los cuales se informa la gente, sobre todo los jóvenes y, por qué no, también la gente madura. Los denominados youtubers se veían por aquí y por allá. De pronto se observaba que una persona atraía la mirada de la gente y pronto se arremolinaban a su alrededor, para tomarse una fotografía, dedicar un saludo o ser entrevistados.
El amigo con el que nos acompañamos en seguida me compartía referencias sobre el youtuber que se encontraba a la vista. Su nombre, la denominación del canal, la entidad desde donde transmite, la cantidad de seguidores, su trayectoria, y lo confiable que puede ser.
Allí quedó plasmado. Los medios tradicionales constituyen una especie en vías de extinción. Su descrédito va en aumento. Las benditas redes sociales, con toda su espontaneidad y lo endeble de su situación financiera, se han abierto paso y la gente confía en ellas en mucha mayor medida que en los medios tradicionales.
Autoengañados
La oposición conservadora continúa con su cantaleta de los marchistas acarreados. Allá ellos, tal vez son o tal vez se hacen. Las imágenes, los videos de la marcha se abren paso a través de las redes. Imposible ocultar la luz del sol con un dedo. La algarabía, el regocijo, la camaradería, la vestimenta, la diversidad de todo tipo, la originalidad de los mensajes, la creatividad para darles forma, dan cuenta de que para acudir a la marcha fuimos acarreados únicamente por nuestra propia conciencia de lo que significan los profundos cambios originados por la transformación en curso.
La oposición conservadora bien puede autoengañarse e ignorar la fuerza con la que se expresó el movimiento de la 4T el domingo. Allá ellos, más sorpresiva e intensa será para ellos la derrota.
Antes y después
La marcha debe convertirse en un ingrediente importante en este momento crucial que se está viviendo en el país. Lo que se vislumbra en el horizonte más próximo es una disyuntiva. Una flecha apunta hacia atrás, al retroceso, a regresar al neoliberalismo, a devolverle sus privilegios perdidos a los potentados que secuestraron durante décadas al gobierno para favorecerlos. La otra apunta hacia adelante, hacia la consolidación de esta política que tiene en el centro de su atención a la gente, favoreciendo de manera especial a los más desfavorecidos, a través de los programas sociales, del mejoramiento de los salarios y del apoyo a los productores del campo, del mar y de la ciudad; al mismo tiempo que se orienta a salvaguardar nuestra soberanía mediante la autosuficiencia energética y alimentaria y a la negativa a continuar entregando nuestros recursos naturales.
La movilización no debe parar. Habrá que continuar dándole vuelo.
* Esta es una colaboración del Colectivo Miguel Hidalgo de Celaya, Guanajuato, al que pertenece el autor.
Foto de portada: Sin Censura Twitter.
1 Comentario
¡Muy buena crónica! Comparto tus apreciaciones. Aunque desgraciadamente no puede asistir presencialmente a la marcha, la seguí minuto a minuto en el internet. Lo que vimos es histórico pero no hay que confiarse.