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Alfonso Díaz Rey*
Viernes 19 de enero de 2024
La migración de seres humanos es un fenómeno tan antiguo como la misma humanidad. Es una respuesta natural a la necesidad de encontrar mejores condiciones de existencia.
Cuando una determinada región o país cuenta con los suficientes recursos técnicos y naturales para para permitir la existencia y el desarrollo de sus habitantes y, sin embargo, las condiciones sociales, económicas y políticas generan y mantienen graves contradicciones y enormes desigualdades, una parte de la población afectada se ve forzada a migrar en busca de mejores condiciones para vivir.
El capitalismo, sistema cuyo sustento es la propiedad privada y la irrestricta «libertad» individual para poseerla y acrecentarla, es la formación social que genera las más graves contradicciones y las más grandes desigualdades, que lo mismo se dan al interior de los países, desarrollados o subdesarrollados, que entre los primeros y los que conforman la otra cara de la moneda del sistema, los subdesarrollados.
Además, el dominio ideológico impulsa a la enorme mayoría de quienes emigran en buscan mejores condiciones para vivir, a realizar su intento bajo los paradigmas del sistema causante de sus problemas, lo que lejos de resolverlos creará otros cuya sinergia derivará en nuevas y más complejas afectaciones.
La actual ola migratoria tiene origen fundamentalmente económico, Pero como la propaganda ideológica del capitalismo exalta un modo de vida que en la realidad es viable solamente para una minoría y lo presenta ─falsamente─ como algo generalizado, muchos de quienes emprenden la penosa y peligrosa aventura por alcanzar ese inducido sueño, al llegar a su destino se encuentran con una aún más penosa y peligrosa pesadilla; otros, se verán forzados a vivir en condiciones económicas y sociales muy diferentes a las que erróneamente construyeron en su sueño.
En esta parte del planeta ello sucede con el american way of life y con el sueño americano, componentes del espejismo que como realidad de su sociedad difunde la propaganda yanqui ─que en realidad son la carnada en el anzuelo para engrosar la mano de obra o utilizarse como arma política─, ello atrae a mucha gente que en sus países de origen han visto canceladas sus oportunidades para una vida digna, los impulsa a aventurarse en travesías con obstáculos y peligros inimaginables e insuperables en muchos casos. Quienes alcanzan a llegar a territorio de Estados Unidos muy pronto notarán cómo ese espejismo se disipa y da lugar a una realidad muy distinta, por lo general opuesta a lo que pensaron encontrar. Y el sueño americano, ese que pregona que con esfuerzo individual cualquier persona puede prosperar en ese país, se torna pavorosa pesadilla.
Aun con los referentes y antecedentes que existen en torno a los problemas y peligros a los que enfrentan, el flujo migratorio en vez de disminuir parece aumentar, lo que es una muestra de los efectos del sistema y sus crisis en esa otra cara del capitalismo: el subdesarrollo.
Otra cara de la migración es la política y esa la utilizan los imperialistas como materia de propaganda contra sus adversarios. Quienes por ese motivo ─o aduciéndolo─ salen de sus países de origen y en estos existen regímenes que no cuentan con el visto bueno del imperialismo son, por regla general, bien recibidos. Sin embargo, si en esos países gobiernan grupos alineados con el sistema, la migración política es, generalmente, rechazada.
La migración es también un arma de presión política. Al evadir su responsabilidad en este fenómeno, los países imperialistas, mediante una serie de mecanismos económicos y políticos ─sin excluir la fuerza─, ejercen presión para que los países emisores o de tránsito contengan a los migrantes. El caso de México es un ejemplo de ello.
Los causantes directos de este fenómeno ahora lo catalogan como una amenaza y desde posiciones supremacistas, racistas y xenófobas promueven, entre los sectores más reaccionarios de su población, el odio, el rechazo y la agresión a los migrantes.
Mientras al interior de los países como a nivel internacional continúe y se acreciente la desigualdad y se agudicen las contradicciones que el capitalismo genera, la migración continuará representando un grave problema. La solución la muestran las causas que lo generan; sin embargo, para alcanzarla es necesario elevar el nivel de conciencia y organización de importantes sectores de la población y enfrentar la propaganda y desinformación que presentan los «valores» del sistema como los más altos y preciados para la humanidad entera.
* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.
Foto de portada: Roger Arnold-©ACNUR.
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